A ESTRIBOR || Juan Carlos Cal y Mayor
*** La joya de la corona
Recién visitó el gobernador Eduardo Ramírez la ciudad de San Cristóbal. Al parecer, pernoctó ahí un día antes porque se apreciaba algo de presencia policiaca y los equipos de avanzada. Yo paseaba al día siguiente por el andador, a la altura del Arco de Carmen, porque cerca de ahí se encuentra mi oficina. Me acerqué al evento en el centro de convenciones porque me dijeron que por ahí andaba el gober.
Se me hizo fácil suponer que podría saludarlo aprovechando su estancia y comentarle rápidamente algunos temas con relación a San Cristóbal. Como suele suceder con nuestros gobernadores, andaba en torno suyo toda la cohorte de funcionarios, cercándolo y arrimándose para hablarle al oído. No dejan espacio para que los ciudadanos de a pie se puedan siquiera acercar, a menos que se abran paso. Siempre se me ha hecho molesto observar ese fenómeno con los gobernadores en Chiapas, incluso habiendo sido funcionario. De ahí que preferí darme la vuelta y regresar a mis quehaceres por el mismo lugar por donde había llegado. Nos conocemos desde hace mucho y ya habrá oportunidad para eso.
DESCOLONIZAR
Ahora que algunos académicos impusieron esa narrativa a propósito del Jamachulel de descolonizar a Chiapas, me pareció una ironía observar cómo la sociedad chiapaneca ha adoptado en las últimas décadas una actitud vasallesca. He estado antes en eventos en otros estados en que se hacen presentes gobernadores, sobre todo del norte, y nunca he observado una actitud tan rastrera como la que tenemos en Chiapas. Concluyo que estamos colonizados, sí, como en el virreinato, y asumo que quizás sea por cómo funciona ese círculo vicioso de nuestra economía y el ejercicio del poder en nuestro estado.
Descolonizar no es esa absurda idea de querer ensalzar a los llamados pueblos originarios por sobre la influencia de la colonización española; eso es una tontería. Si los llamados usos y costumbres tienen una fuerte raigambre en la evangelización católica —y más recientemente protestante— es porque constituyen un mestizaje cultural y un sincretismo que, en muchísimos aspectos, hoy forman parte de la identidad de todos los pueblos indígenas de Chiapas.
PERDIENDO LA IDENTIDAD
Hablan de descolonizar cuando en las ferias de Zinacantán o de Chamula abunda la música norteña —que nada tiene que ver con la nuestra— y que le hace culto permanente al narcotráfico y apología a la violencia. Cuando el consumo de Coca-Cola es el más alto del mundo y los productos chatarra que venden los Oxxos son parte ya de su dieta cotidiana. La ladinización es un fenómeno muy antiguo y lo increíble es que las llamadas culturas vivas —particularmente las mujeres indígenas que conservan sus atuendos— se resistan a perder su identidad indoespañolizada.
ABYECCIÓN
Como el estado es el gran empleador, el gran contratador, el gran benefactor, y el gobernante en turno es una especie de dueño y señor de almas y haciendas, por eso la pleitesía al poder a todos los niveles de la sociedad ha sido una constante conductual y un mecanismo de movilidad social. De ahí surgen nuevos ricos y políticos de la nada, cada seis años, no por méritos propios sino por su abyección al poder.
Pocos son los casos de empresarios, comerciantes o profesionistas —y algún caso en política— que actúan con un mínimo de decoro en estos casos o, de plano, se mantienen al margen de lo que haga o deje de hacer el gobierno. ¿Cuándo eso va a cambiar? Cuando tengamos una economía fuerte que deje de depender de la dádiva y los favores del poder. Quizás en otro siglo…
LA RIQUEZA DE CHIAPAS
Pero volvamos al tema de San Cristóbal, donde por cierto luego realizó una caminata Eduardo en compañía de su esposa. Chiapas tiene todo: atractivos impresionantes que, en su conjunto, déjeme decirle, no tiene ningún otro estado del país. Recursos y bellezas naturales, cascadas, ríos, lagunas, el Cañón del Sumidero, el Arco del Tiempo, etc., en fin, una enorme biodiversidad. Ocupa el primer lugar nacional en diversidad de mamíferos terrestres, con 206 especies, lo que representa el 42.7% de la diversidad a nivel nacional. Además, la Selva Lacandona contiene aproximadamente el 25% de la diversidad total de especies de México. También cuenta con 300 kilómetros de litoral con todo un sistema de esteros y los volcanes Chichonal y Tacaná.
Sitios arqueológicos asombrosos como Toniná, Palenque, Bonampak o Yaxchilán. Una gran riqueza gastronómica, una variedad de lenguas autóctonas y, sobre todo, sus culturas vivas, es decir, antiguas y muy variadas tradiciones, usos y costumbres que persisten a pesar de la modernidad. Sus templos y exconventos construidos por los dominicos en el siglo XVI son de una gran belleza arquitectónica, y a todo ello hay que sumar las ciudades coloniales de Chiapa de Corzo, Venustiano Carranza, Comitán y San Cristóbal de las Casas.
LA JOYA
Turísticamente hablando, estaremos de acuerdo en que la Joya de la Corona es sin duda San Cristóbal de las Casas. El lugar más visitado de todos y que, a lo largo de los años, ha incrementado la calidad de su oferta turística como en los mejores destinos del país. Y es precisamente donde se puede comenzar todo un proyecto de inversión para mejorar la ciudad, próxima a celebrar sus 500 años de fundación.
San Cristóbal tiene todos sus ríos contaminados por aguas negras y nada se ha hecho al respecto. Produce 300 toneladas de basura diarias y no tiene un relleno sanitario. El deterioro ambiental derivado de la explotación de bancos de grava ha sido gravísimo; el crecimiento anárquico de la zona norte y zonas aledañas invadidas está acabando con el ecosistema que provee de agua a la ciudad, pero vayamos por partes.
CIUDAD COLONIAL
Urge rescatar el centro histórico y toda la parte colonial de la ciudad con cableado subterráneo, tal y como se hizo hace algunos años. Iniciar un proceso de restauración de fachadas y su mantenimiento permanente para embellecer aún más todas las edificaciones antiguas, incluyendo la colocación de faroles, así como reconstruir banquetas. Restaurar la Iglesia de Santo Domingo y reubicar al comercio ambulante. Peatonizar más zonas, favoreciendo nuevos estacionamientos y, finalmente, construir un nuevo centro de convenciones, pero con un área grande exterior que permita estacionamientos y cupo para unas 3 mil personas. Si este gobierno de verdad quiere convertir al turismo en el principal motor de la economía, no basta con publicidad; se necesita invertir en serio en ese sector como nunca antes.