En la Mira / Héctor Estrada
Morena Chiapas y el pacto de blindaje grupal
El aparente acuerdo de civilidad entre los aspirantes al gobierno de Chiapas por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se trata realmente un pacto de astucia política para cerrar filas en torno a la designación que se viene. Las divisiones y enfrentamientos mantienen abiertos espacios que bien podrían dar paso a las aspiraciones de otros que hoy se encuentra urgidos de consumar sus proyectos desde cualquier trinchera.
La fotografía que intencionalmente circuló mediante redes sociales y algunos medios de comunicación en la que se muestra a Rutilio Escandón, Plácido Morales, Zoé Robledo y Oscar Gurría en la misma mesa no fue gratuita. Se trató de un claro mensaje para quienes desde afuera se “relamen los bigotes” a la espera de aprovechar alguna de las grietas internas.
Morena es un botín electoral que luce jugoso a simple vista. Además de la inevitable sinergia en votos que la figura de Andrés Manuel López Obrador arrastrará para sus candidatos locales, el partido se ha dado a la tarea durante los últimos años de elaborar sus propias estructuras municipales dentro de la entidad chiapaneca. El trabajo, ya abonado por la trayectoria de López Obrador, ha logrado en muy poco tiempo lo que otros no han alcanzado sin el uso de los programas sociales.
Ante la casi ya inevitable designación centralista en torno a la figura del candidato de la coalición PRI-PVEM (o en el peor de los casos del PRI en solitario), aunado la inminente salida de los liderazgos locales en el partido verde para buscar otros espacios de oportunidad, Morena se ha convertido en la opción más atractiva para contender contra la cargada gubernamental que seguramente se dará en las elecciones de 2018.
Por eso Morena es hoy la fuerza política con más aspirantes (oficiales o no) tras la candidatura estatal. Por eso el pacto entre Escandón, Robledo, Morales y Gurría parece lleno de lógica. Y es que, detrás de ellos están los intereses desesperados de militantes verdes como Luis Armando Melgar y Eduardo Ramírez, que sólo están a la espera de las definiciones por parte de la cúpula priista para permanecer o saltar a otros barcos de mayor conveniencia.
El pacto entre los más cercanos a Andrés Manuel busca justamente cerrar la contienda a ellos y evitar que ajenos puedan filtrarse de última hora. Se trata, sin duda, de un pacto de conveniencia mutua con inminente fecha de caducidad. De ese grupo deberá salir el candidato de Morena al gobierno de Chiapas y el principal opositor al o los candidatos oficiales abanderados por el PRI-PVEM y sus partidos satélites, juntos o por separado.
La determinación de avanzar con cordialidad rumbo a la consulta estatal para definir al que, más allá de los títulos momentáneos, se convertiría en el inminente candidato de Morena al gobierno de Chiapas es -sin duda- una apuesta inteligente para avanzar, mientras el resto de las fuerzas políticas en la entidad se dan “hasta con los sartenes”. Es una jugada política que beneficia al partido en lo general, pero también traerá sus dividendos para quien finalmente resulte designado.
Ahora sólo resta esperar a que la cordialidad aguante y los tiempos de caducidad para el pacto alcancen lo suficiente. Las apuestas dentro de Morena Chiapas apuntan hacia dos figuras que parecen tener las mayores posibilidades: Rutilio Escandón y Zoé Robledo. Ambos saben que el año entrante será crucial para el resto de su carrera política y han demostrado estar dispuestos apostar lo necesario para conseguir el objetivo… así las cosas.