Mario Caballero / Columna

Letras Desnudas / Mario Caballero 

*** Millonarios sexenales

¿Cuántos casos hemos registrado a lo largo de este y otros sexenios donde políticos pobres se convierten en millonarios? No sólo estamos hablando de enriquecimiento ilícito, de los negocios subterráneos que hacen muchos con la asignación directa de la obra pública, la venta de plazas del magisterio y otros, sino además del uso del poder como tapadera de impunidad. Existen, incluso, historias de funcionarios que abusando de sus cargos encubren la trata de personas, el tráfico de drogas y el lavado de dinero del narcotráfico.
A continuación, unos ejemplos.

LA PASARELA
Durante el sexenio de Juan Sabines Guerrero hubo una exacerbación de la pobreza y la marginación, en contraste con la riqueza de los miembros de su gabinete. Tal es el caso de Seth Yassir Vázquez Hernández, el consentido del ex gobernador.
Yassir Vázquez era hijo de un matrimonio de maestros. Creció en un hogar humilde y de gente trabajadora que nunca soñó con tener riquezas porque no tenía con qué, sino se conformaban vivir el día a día con modestia y honestidad. Pero cuando la carrera política de Juan Sabines comenzó a despuntar, el futuro de Yassir también dio un vuelco sorprendente.
Cuando Sabines Guerrero ganó la alcaldía de Tuxtla Gutiérrez colocó a Yassir en posiciones estratégicas donde éste tuviera contacto con la gente para que fuera allanado el camino de sus aspiraciones políticas. Primero lo nombró su secretario privado y luego secretario particular. Después, lo hizo secretario técnico del H. Ayuntamiento y por último director de Atención Ciudadana, donde manejó dinero del municipio de manera discrecional.
Antes, con un insustancial título que lo certificaba como Licenciado en Administración de Empresas, Vázquez Hernández vivía en una casa de interés social y tomaba cervezas en una cantina de poca monta llamada El Tubazo, donde acuden con regularidad albañiles, peones, obreros, oficinistas y hasta prostitutas. Los días de quincena el lugar se llenaba con los maestros del Bloque Democrático de la Sección 7 del SNTE. Cuentan que el lugar preferido de Yassir era la mesa junto a rocola: ponía una y otra vez la canción Jefe de jefes de Los Tigres del Norte y Tu cárcel de Marco Antonio Solís, que eran sus preferidas.
Siendo Juan Sabines gobernador del estado (2006-2012), Yassir Vázquez fungió como coordinador de Atención Ciudadana y Documentación Estatal. Posteriormente, ocupó el cargo de subsecretario de Relaciones Públicas en la Secretaría de Gobierno. En junio de 2008, recibió la titularidad en la Secretaría de Desarrollo Social del estado, dependencia donde el dinero fluye a montones. Ese fue el principio de su execrable enriquecimiento. Ya no vivía más en una casucha de Infonavit, sino en una residencia con servidumbre, choferes y varias camionetas del año.
En 2010, abanderado por la coalición de partidos “Unidad por Chiapas”, Vázquez Hernández asumió la presidencia municipal de Tuxtla Gutiérrez. En pocos meses, el joven alcalde demostró su mediocridad como gobernante. Sin terminar su periodo de gestión, abandonó el cargo dejando al municipio hecho pedazos, con carencias sociales, calles destruidas  y con una deuda superior a los 900 millones de pesos.
Literalmente, Yassir huyó para no ser enviado a la cárcel. Pero se fue con las bolsas llenas de dinero. Se presume que es dueño de una cadena de hoteles en Acapulco y Cancún, y de varios departamentos en la Ciudad de México.

Nemesio Ponce Sánchez y los hermanos Gamboa López fueron otros sabinistas que llegaron al Gobierno del Estado con una mano por delante y otra por detrás. Sin embargo, al final del sexenio sus cuentas bancarias eran propias de grandes empresarios.
La última vez que se le vio al ex subsecretario de Gobierno Nemesio Ponce en Chiapas, jugaba al golf en el Club Campestre y fumaba exquisitos habanos. Vestía ropas elegantes y en su rostro surcado por las cicatrices del acné se reflejaba la riqueza que consiguió en seis años en el gobierno. Ningún vestigio quedaba de aquel hombre que vino huyendo de las deudas y la miseria en que vivía en la Ciudad de México, donde trabajaba como camillero de hospital.
Hoy es millonario. Tiene un departamento en una zona exclusiva de Polanco valuado en 12.5 millones de pesos. Otro en Cancún, Quintana Roo, con un costo de 15 millones. Si de ese valor son sus propiedades, ¿de cuántos ceros serán las cifras en sus cuentas bancarias?
El priista Carlos Hank González, decía: “Un político pobre, es un pobre político”. Alejandro y Antonio Gamboa López eran de esos: pobres políticos.
Alejandro vendía arroz con leche todas las mañanas en una estación de camiones y con su hermano Antonio atendía por las tardes un cibercafé llamado “La canica azul”. Pero después de que Juan Sabines lo colocara al frente de varias secretarías, entre ellas SEDESOL, y en la dirigencia del PRD estatal, conoció la riqueza.
Una tarde, estando en una de sus mansiones tomando unas copas con sus amigos, recibió una llamada telefónica del banco. Alejandro Gamboa salió al jardín a contestar. Ya había acabado el sexenio de Sabines. Cuando volvió a reunirse en la sala, dijo: “me llamaron del banco para decirme que tengo 180 millones de pesos”. Se presume que la fortuna de su hermano Antonio es de alrededor de 100 millones de pesos.

RAMÓN GUZMÁN LEYVA
En este sexenio no hay mejor ejemplo del oportunismo y la rapacidad que Ramón Guzmán Leyva, que después de ser conocido como dueño de un periodicucho llamado Zona Libre, que circula en la ciudad de Tapachula, ahora todos lo identifican como “El Rey Midas” del gobierno de Manuel Velasco Coello, a quien traiciona enriqueciéndose a sus espaldas.
Guzmán Leyva conoció bien las holguras de la pobreza. Se ha revolcado en ella como el marrano en el lodo. Era considerado por muchos como un hombre humilde y risueño. Amable. A todos les tendía un saludo y prestaba una mano amiga. Pero al igual que la droga, el poder también obnubila la mente de personas avaras e insensatas. Porque después de varios años de ser secretario particular del gobernador, es hoy un tipo arrogante que ha abusado de sus funciones para hacer jugosos negocios con el Gobierno.
La ley y la Constitución son claras al afirmar que ningún funcionario y empleado del gobierno debe tener participación directa o indirecta en asuntos que no correspondan a sus funciones. Dicen que traficando influencias, el secretario Guzmán Leyva cobra 25 millones de pesos mensuales al gobierno estatal por la renta de 10 mil estructuras para publicidad en todo el estado. Además, se presume que tiene empresas con las que imprime gallardetes, lonas y espectaculares con propaganda oficial. Ejemplo de ello fue la campaña promocional de la eliminación de la tenencia vehicular.
El 19 de abril de 2016, empleados de la Empresa Constructora Omega, que tenía asignada la obra de la presa Chicoasén II, acusaron al “doctor” Ramón Guzmán de querer acaparar los trabajos de construcción que para ese momento llevaba un avance del 15 por ciento. Por lo cual, pidieron al Congreso del Estado que fuera destituido como secretario particular del Ejecutivo.
Trascendió que asociado con el ex dirigente de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), Saúl Martínez Martínez, pretendía comprar un lote de ochenta camiones de volteo para destinarlos a los trabajo de dicha obra. ¿De dónde tiene el doctor Guzmán tanto dinero como para realizar tan grande adquisición? Lo repugnante aquí no es sólo eso, sino la soberbia con que utiliza el poder detrás del trono.
El 7 de mayo de 2015, Ramón Guzmán tuvo una discusión subida de tono con su jefe el gobernador Manuel Velasco Coello. Sucede que el supuesto doctor desvió 40 millones de pesos del erario público. Obvio, se ganó una buena reprimenda, pero merecía ser destituido y enviado a la cárcel acusado de peculado, malversación de recursos públicos, abuso de confianza y fraude.
En resumen, el doctor Guzmán Leyva dejó de ser un empresario mediocre de los medios de comunicación para convertirse en un potentado hombre de negocios, un agricultor acaudalado, dueño de decenas de propiedades en Chiapas y con cuentas bancarias millonarias. Por eso no es extraño que recientemente haya adquirido el famoso Rancho Veracruz, que dicen le costó varios millones de pesos.
Así es, en la desmesurada vida de Chiapas se alterna la riqueza de los funcionarios corruptos con la pobreza de millones de chiapanecos. ¡Chao!

@_MarioCaballero