En la Mira / Héctor Estrada
*** Manuel Velasco y la crisis del arte en Chiapas
El conflicto entre el escultor chiapaneco Robertoni Gómez y el Consejo Estatal para las Culturas y las Artes de Chiapas (Coneculta) por el pago del famoso mural “Voces Vivas” que durante los últimos tres años se ha vuelto pieza emblemática del Museo del Café en Tuxtla Gutiérrez es sólo un ejemplo de la falta de apoyo efectivo a los artistas chiapanecos que durante el presente sexenio han vivido una de sus peores crisis.
La actual controversia generada a través de las redes sociales se originó a mediados de 2014 cuando se concretó la elaboración de mural para su exposición “temporal” como pieza central del novel museo estatal. Más allá de los contratos rutinarios, como mero trámite procedimental, lo planteado al artista fue la elaboración de la obra para ser expuesta de forma temporal que finalmente se volviera permanente. Y así sucedió.
A solicitud del propio titular de Coneculta, Juan Carlos Cal y Mayor Franco, la exposición que se desarrollaría del 5 de junio al 18 de julio de 2014 se prolongó de manera indefinida. En efecto, en ese momento, sólo se trató de una promesa verbal de compra al artista para que mantuviera la obra en el sitio. Fue un acuerdo entre el titular de la dependencia y creador. Así como, en la realidad, se realizan la gran mayoría de “acuerdos oficiales”.
Y es que, ninguno de los dos ha mentido. Juan Carlos Cal y Mayor sí ha hecho las gestiones ante la Secretaría de Hacienda para el pago del mural, por lo que el acuerdo aludido por Robertoni Gómez sí existió. Así consta en el oficio No. UP/012/17, con fecha de 15 de febrero de 2017, en el que Coneculta solicitó directamente al secretario de Hacienda, Humberto Martínez Pedrero, la “aplicación líquida de recursos presupuestarios”.
De manera textual, la dependencia que dirige Cal y Mayor Franco realizó la solicitud de un monto equivalente al millón 200 mil pesos, aludiendo a la “partida 51301 de Bienes Artísticos y Culturales, para la adquisición de la obra Voces Vivas del autor Robertoni Gómez Morales”. El documento es evidencia de que lo dicho por el escultor chiapaneco no es un invento, pero también de que las gestiones se han hecho. Sin embrago, han sido inefectivas.
Lo que no puede permitirse es caer en una guerra de confrontaciones y descalificaciones. Sobre todo si esta es emanada de una dependencia pública. Juan Carlos Cal y Mayor se ha distinguido por resolver de manera formal los conflictos y no puede darse el lujo de caer en actitudes tan reprobables como lo es tratar de exponer o desacreditar a un artista con tanta trayectoria y prestigio como lo es Robertoni Gómez.
La publicación tendenciosa de contratos y documentación confidencial de Coneculta, mediante las redes sociales, en la que se intenta desprestigiar al escultor es inadmisible. Los contratos que se “filtraron” desde el interior de la dependencia en los que se intenta exponer a Robertoni Gómez por haber cobrado cuatro cursos de 20 mil pesos es información tendenciosa.
Lo que no se dice es que esos mismos cursos fueron impartidos por al menos cinco artistas chiapanecos más y los recursos forman parte de un presupuesto emanado de la Federación para impulsar a creadores de todo el país. No se trata de una dádiva o favor, se trata del pago por el trabajo de artistas chiapanecos con trayectoria y prestigio de más de treinta años. De los más reconocidos creadores estatales que merecen eso y más.
No hay argumento para no pagar el trabajo de los principales artistas chiapanecos, sobre todo en una entidad donde se gasta más de 420 millones de pesos anuales en publicidad para enaltecer el culto a la imagen del gobernador. Juan Carlos Cal y Mayor es un persona sensata y seguramente sabrá componer el rumbo de un conflicto que no tiene en sus manos poder resolver, por lo que será mejor dejar que los artistas realicen la cobranza de su trabajo ante las instancias que sean necesarias… así las cosas.