En la Mira / Héctor Estrada
Manuel Velasco, el incendiario de Oxchuc
Si bien sería deshonesto asegurar que los pueblos indígenas de Chiapas habían sido un espacio de paz y tranquilidad hasta antes de la llegada de la actual administración estatal, la situación que actualmente enfrentan municipios como Chenalhó, Chalchihuitán y Oxchuc tiene innegablemente “manufactura verde” en el proceso paulatino de agudización del conflicto y el recrudecimiento de un escenario tan violento.
El problema sangriento que ahora mantiene Oxchuc entre las noticias nacionales tiene ya varios años de gestación. El cacicazgo conformado por la actual alcaldesa María Gloria Sánchez Gómez y su esposo, Norberto Santíz López, ha configurado un descontento social que se incrementó con el paso del tiempo. Y es que, bajo diversas imposiciones y negociaciones políticas, Gloria y Norberto han mantenido el control del gobierno municipal por alrededor de 15 años.
Ambos han encabezado la presidencia municipal dos veces en alternancia, casi de manera continua. No ha habido fuerza social o política que haya podido arrebatarles el poder. La inconformidad había elevado la tensión desde los últimos años de la administración de Juan Sabines Guerrero. La población estaba ávida de un inminente cambio en el cacicazgo municipal y no era para menos.
Durante el gobierno de Pablo Salazar Mendiguchía Norberto Santíz fue acusado y detenido por los delitos de enriquecimiento y operaciones de procedencia ilícita, por lo que estuvo preso de 2005 a 2007. En mayo de 2010 fue detenido y acusado de provocar disturbios durante la celebración de un plebiscito que se llevó a cabo durante el mes de abril. Finalmente, apenas en 2016 fue detenido por tercera vez a consecuencia de un daño patrimonial al erario municipal de Oxchuc por más 13 millones pesos.
Hasta antes de la elección de 2015 el fin del cacicazgo parecía la salida más viable para terminar con el encono y el hartazgo social, pero la ambición política de Manuel Velasco llevó la situación a un callejón sin salida. Norberto y Gloria habían contendido y gobernado siempre bajo las siglas del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Eran parte de un añejo control priista en ese municipio y ahí es donde estuvo el meollo de las perversas negociaciones con el gobierno en turno.
Pese a la oposición férrea de los líderes de 87 de 115 comunidades, el gobierno de Velasco Coello, mediante su interlocutor Eduardo Ramírez Aguilar, decidió sentarse a negociar con los caciques. El acuerdo fue sencillo: operar la imposición de Gloria Sánchez y mantener su poderío a cambio de mudarse al Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y entregar su poder operativo municipal al proyecto de sucesión verde. Los reclamos y exigencias del movimiento opositor interno importaron poco a Velasco, pues se trataba de “arrebatar” un bastión priísta.
Ese fue el filo que reventó el tenso hilo. A los pobladores inconformes por la imposición verde se sumaron los violentos grupos priístas “de cepa” que se sintieron traicionados y aplastados por la maniobra. Y la violencia intestina se desató sin posibilidad de control inmediato. Al gobierno en turno la bomba le estalló en las manos y los rebasó en capacidad, como en otros tantos casos similares. Oxchuc se había vuelto un polvorín a consecuencia da malas decisiones, ambiciones y falta visión política.
Por eso la intempestiva solicitud de licencia de María Gloria en 2016. Por eso la ola de violencia y descontrol al interior de un municipio que parece abandonado. Tras la sentencia federal que ordenó la restitución de Sánchez Gómez el gobierno de Velasco Coello decidió dar la espalda al aun gobierno municipal en plena combustión que él mismo había propiciado. Esa es la causa por la que hoy Oxchuc arde en la peor de las orfandades, esa es la causa que ahora ha cobrado vidas y mantiene a cientos en la incertidumbre… así las cosas.