En la Mira / Héctor Estrada
Definiciones reviven disputa entre antagonismos verdes de Chiapas
El resiente autodestape de Fernando Castellanos Cal y Mayor a fin de contender en el proceso interno para la selección de candidato a gobernador dentro de la alianza entre el PRI, PVEM, Mover a Chiapas, Chiapas Unido y Nueva Alianza es sin duda una jugada en el “tablero de las definiciones” que cambia el escenario de la tragicomedia chiapaneca entre verdes y rojos rumbo a la sucesión de Manuel Velasco Coello.
El repentino evento multitudinario del fin de semana abre muchas más lecturas que las aparentes. No es casual que se dé justo después del plazo adicional brindado por el Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana (IEPC) y ciertas reuniones de negociación que se dieron en la Ciudad de México este fin de semana con miras a la determinación definitiva de las fórmulas que representarán a la alianza PRI-Verde en Chiapas.
Más allá de la añeja aspiración del alcalde tuxtleco por una candidatura verde al gobierno del estado, el autodestape realizado en el Poliforum Mesoamericano tenía un objetivo claro: Hacer evidente que en el verde chiapaneco Eduardo Ramírez no es el único con capacidad de movilización. Recordar que desde hace mucho tiempo (desde el inicio de la administración actual) las “estructuras” internas se han mantenido en un jaloneo permanente entre dos liderazgos antagonistas.
Y es que, a muchos la memoria les ha fallado recientemente. El Verde en Chiapas nunca ha sido partido de una sola pieza. Las mayores confrontaciones han sido entre intereses internos; entre los dos últimos dirigentes estatales. Para nadie es un secreto que la mayor operación política para intentar dilapidar a Castellanos Cal y Mayor durante su candidatura y estancia en la alcaldía tuxtleca se gestó justamente en la Secretaría General de Gobierno y el Congreso de Chiapas, bajo la directriz de Ramírez Aguilar.
Ha sido el enfrentamiento político más recurrente de los últimos años en la entidad, una guerra disimulada que pareció menguarse conforme se acercaba el inicio del proceso electoral y los acuerdos relegaban a Ramírez Aguilar de la jugada. Fernando Castellanos ha estado involucrado desde hace mucho tiempo en lasnegociaciones para la conformación de la alianza entre el PRI y el Verde a fin de garantizar una formula de “unidad” consensada con las cúpulas nacionales en donde por supuesto tendría participación.
No es novedad su cercanía y afinidad con Roberto Albores Gleason. Desde la elección de 2015 tuvo el respaldo permanente del ahora precandidato priista mediante la misma fórmula rojiverde. En el otro extremo se colocó por sí sólo Eduardo Ramírez. A diferencia de Castellanos Cal y Mayor, Ramírez fijó una postura intransigentepara noponer a negociaciónuna candidatura que ya se había fijado y asegurado a muchos de sus patrocinadores.
Eduardo se volcó en apoyo a las aspiraciones de Osorio Chong para lograr su designación directa como candidato en Chiapas y terminó perdiendo la apuesta. Por eso fue sacado de la jugada política y se ha volcado en berrinches durante las últimas semanas. Ha desbordado su esfuerzos en fraguar una aparente insurgencia verde para cambiar las determinaciones de las cúpulas nacionales. Se ha decidido a demostrar que él es el único liderazgo verde en Chiapas (o el de mayor peso) y es justo ahí donde Castellanos Cal y Mayor ha decidido levantar la mano. No ha quedado de otra.
El destape de este fin de semana fue un evidente recordatorio de músculo político-electoral. Fue un llamado a la memoria de que en Chiapas no todos los verdes son “jaguares negros”, y que el otro frente interno está dispuesto a activarse para declinar balanzas. Y es que, la aparición de Fernando Castellanos en la disputa aliancista se presenta como movimiento oportuno para fragmentar el protagonismo verde del que Ramírez Aguilar parece haberse apoderado como falso liderazgo absoluto.
La reaparición del alcalde tuxtleco en la disputa electoral va más allá de la candidatura al gobierno de Chiapas. Tiene que ver con la integración de fórmulas completas al gobierno del Estado y el Senado de la República. Eduardo Ramírez ha buscado a toda costa colarse a alguno (cual sea) de esos espacios y este fin de semana los acuerdos parecen haber comenzado a fraguarse, sin embargo el asunto no apunta a ser sencillo… así