Artículo Único / Ángel Mario Ksheratto
De Nicolás para acá…
Desde donde se le quiera ver, todo el proceso electoral local, se ha convertido en un auténtico cochinero, en el que el árbitro, parece no existir. La “fe de erratas” mediante la cual se logró el último movimiento para registrar la llamada “candidatura común” al gobierno del estado, es el meollo del asunto. Es la prueba más contundente para afirmar que la elección del 1 de julio próximo, será un fraude o cuando menos, una elección de Estado.
Algunos han calificado el vómito en que está nadando el proceso electoral, como jugadas “maquiavélicas”; es darle mucho crédito a quien mueve los hilos. Nicolás Maquiavelo, fue un notable y muy respetado político, filósofo, diplomático y escritor del Renacimiento. Sus obras sobre política, son consideradas la puerta a la modernidad de las ciencias políticas y ha sido a través de sus tratados, que se han fundado, incluso, muchas corrientes ideológicas contemporáneas.
Muy lejos de quien, en aras de salvaguardar su futuro inmediato, intenta descarrilar el proceso electoral, para beneficiarse de una eventual impunidad, arrancada a golpe de jugarretas, vendettas y actos de rapiña política que ponen en riesgo el de por sí destartalado desarrollo de la entidad más pobre del país.
Algunos de los actores que han jugado el triste papel de títeres en la rebatinga doméstica, han expresado —no sin justificado miedo a la represalia— su hartazgo de la vileza con que son tratados por el supuesto Maquiavelo aldeano.
La Ley Electoral y la Constitución Política de Chiapas (por cierto, mal redactadas, ya por ignorancia de las reglas gramaticales o ya por anticipados usos a favor), son maniquís acomodaticios, que se vienen utilizando a manera de muletas para hacer avanzar al monstruo, creado para fines inciertos. Al “ahí se va”, pues.
Hacer cambios de último segundo a las condiciones en que habrán de participar los aspirantes a gobernar Chiapas, en base a errores de redacción en las leyes o en la documentación requerida por la inerte y atada autoridad electoral, es mucho más que una burla a la inteligencia de los chiapanecos.
Tanto, como los atropellos de la dirigencia estatal del PRI, que quiso manipular, a su modo, una alianza forzada, en la que solo ese partido sería el ganador de todo; ninguna de las dos posturas deben ser aceptadas por la ciudadanía, toda vez que se atenta contra la libre determinación de los chiapanecos, la secrecía del voto y la libertad de elegir a quien deba gobernar a un estado con graves carencias.
La Constitución y la Ley Electoral, no pueden, ni deben ser manoseadas para satisfacer caprichos personales, ni urgencias de grupo, como tampoco, la buena fe de los pocos políticos con cierto grado de credibilidad y confianza (que son muy, pero muy pocos, reitero), debe ser pisoteada por un solo partido que no se ha dado cuenta del bajo nivel en que ha caído.
El sistema partidista de Chiapas, debe recobrar su autonomía, su identidad propia. Esa es la primera condición para regresar a un proceso, quizá no perfecto, pero aceptable, si se cumplen con las reglas mínimas, siendo una de éstas, la no intromisión de personajes ajenos al proceso electoral.
Cierto es que en materia de leyes, muchas de éstas contienen profundas y amplias lagunas legales y jurídicas. En ésas lagunas nadan quienes pretenden reventar todo el proceso electoral. Ahí han fincado fantasías de poder absoluto y transexenal, lo cual demerita los discursos sobre la democracia, el respeto a las mayorías y minorías, la pluralidad y la libre elección de gobernantes y representantes populares.
Aquí entra el tema de la dignidad. En las últimas semanas y a raíz de la grosera y fallida imposición del centro del país, hubo movilizaciones masivas de acarreados para pelear por la “dignidad de los chiapanecos”. Pero en la práctica, quienes de ese lado se han manifestado, han permitido espantosas manipulaciones y promovido dolosas simulaciones, que dejan en entredicho y peor aún, en el basurero de la ignominia, la dignidad de ellos mismos.
Señores, se trata de elegir a quien deba gobernar al estado durante los próximos seis años. Y éste debe tener como prioridad, rescatar a Chiapas de la creciente pobreza, del desempleo, de la inseguridad, de la crisis económica y financiera; debe tener un programa certero para recomponer todo e implementar políticas públicas para el buen desarrollo de todos.
No es un juego de canicas donde solo gana el dueño de éstas. Acá, deben ganar todos, principalmente los ciudadanos. Mantener y permitir perversidades desesperadas, es dar la espalda a los chiapanecos. ¿Lo seguirán permitiendo? Por el bien de Chiapas y los chiapanecos, esperemos que no. “Cesen ya de la angustia y la penas los momentos de triste sufrir…”
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