Mario Caballero / Columna

Letras Desnudas / Mario Caballero 

*** Un soberbio atracador

Corría el domingo 26 de septiembre de 1993, día en que según el PAN y Alianza Democrática se llevaron a cabo las elecciones más sucias en la historia de Coahuila. Si antes el PRI había sido reconocido como el creador de las mejores maniobras para cometer fraudes electorales, tales como operación manitas, operación tamal, el ratón loco, operación carrusel, esta vez dio origen a una más: “Operación dedito caliente”.
La “dedito caliente” había sido planeada de urgencia. Con un PRI desprestigiado y un candidato que fue incapaz de convencer siquiera a su familia, los priistas tuvieron que hacer lo mejor que han sabido hacer: ganar elecciones a través del delito. Fue así que contrataron a un maestro de la Facultad de Química de la Universidad Autónoma de Chihuahua para que elaborara una tinta falsamente indeleble, que fue distribuida en todas las casillas electorales.
Dicha tinta que sirve para pintar el dedo pulgar de las personas en muestra de que ya votaron, podía lavarse fácilmente, aunque causaba ardor, dolor como de quemadura, burbujas y manchaba el dedo de color negro-rosa-gris, como si fuera lepra, vitíligo o mal del pinto. Aparte, a escondidas, el PRI compró 120 cajas, con doce frascos cada una, de solvente para quitar esmalte de uñas y con el cual se podía borrar la tinta de manera más fácil y rápida. Y no fue todo, pues se habían expedido por duplicado y en algunos casos hasta por triplicado, más de seis mil credenciales de elector con fotografía.
¿Con qué fin se había hecho todo esto? Simple, al marcar el dedo de las personas con esa tinta que podía borrarse de forma sencilla con quitaesmalte, el votante podía participar en una operación carrusel: votar más de una vez en diferentes casillas.
Finalmente, el triunfador de esos comicios fue el candidato del PRI Rogelio Montemayor, que supuestamente obtuvo 352 mil 730 votos. Entre los que planearon el fraude estuvo el entonces secretario de Acción Electoral del CEN del PRI, Amador Rodríguez Lozano, quien dirigió el equipo que burló la voluntad de los coahuilenses.
Amador Rodríguez es el mismo personaje que hace tiempo trabajó para los ex gobernadores Pablo Salazar Mendiguchía y Juan Sabines Guerrero. Desgraciadamente, después de varios años de haber permanecido oculto está de vuelta en Chiapas.

PILLAJE
Amador Rodríguez Lozano es un político que militó por muchos años en el Partido Revolucionario Institucional, organismo que fue para él no sólo la mejor escuela de la vida, sino una segunda madre, pues el PRI le dio riquezas, un nombre dentro de la sociedad y fue a través de sus siglas dos veces diputado federal y una vez senador de la República.
Es originario de Baja California, aunque algunos comentan que nació en el estado de San Luis Potosí, donde creció rodeado de carencias e infortunio. Actualmente tiene 67 años de edad, es licenciado en Derecho, fue becario y miembro del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y en su trayectoria laboral figuran varios cargos en la administración pública y partidistas. Pero, en fin, nada qué encomiar.
Rodríguez Lozano fue diputado federal por Baja California de 1991 a 1994. Inmediatamente después fue senador de la República por el mismo estado desde 1994 al 2000. Y, antes de ser invitado a ser parte del equipo de Pablo Salazar, ostentó por segunda ocasión una diputación federal plurinominal en la LVIII Legislatura. En el inter, buscó convertirse en candidato del PRI al gobierno de Baja California, pero no logró serlo.
Por consiguiente acusó al partido de Calles de infringir los estatutos y lo calificó de antidemocrático, y terminó por renunciar a su militancia de 20 años bajo el siguiente pretexto: “Renuncio al PRI porque no creo en un partido que no atiende los problemas sociales. Renuncio al PRI porque no creo en la venta de la democracia y la compra de las candidaturas”. Contó que inicialmente la dirigencia del partido pidió una cuota de 400 mil pesos por cada aspirante a la gubernatura, que servirían como pase para participar en el proceso interno.
A la sazón, ¿con qué autoridad moral condenó Amador Rodríguez al PRI por la venta de la democracia cuando años antes él se encargó de la compra de votos para favorecer a candidatos priistas, como el presidencial Francisco Labastida Ochoa en 1999 y 2000, y ha sido señalado en varias ocasiones de incurrir en fraude electoral?
Después de renunciar al PRI quiso ser candidato a la gubernatura por el PRD, pero tampoco lo logró. Al final de cuentas fue el Partido del Trabajo (PT) quien le dio la postulación. Sin embargo, perdió las elecciones de 2001. Debido a esta cadena de fracasos regresó a sus funciones como diputado, pero ahora independiente, hasta el 2003, año en que fue nombrado asesor jurídico de Pablo Salazar, gobernador para el que diseñó leyes a modo.
En 2010, la Secretaría de la Función Pública de Chiapas reveló el proceso de investigación de dos ex funcionarios del gobierno de Salazar Mendiguchía por el presunto desvío de 50 millones de pesos de recursos públicos. Se trataba de Mariano Herrán Salvatti y Amador Rodríguez Lozano.
En el sexenio de Salazar Mendiguchía, la Procuraduría General de Justicia del Estado pasó a llamarse Fiscalía General de Justicia, dirigida por el ex zar antidroga Mariano Herrán (q.e.p.d.), que ocupó el cargo de diciembre de 2006 a octubre de 2007. A éste lo relevó Rodríguez Lozano que permaneció en el puesto hasta enero de 2009, fue él quien organizó la trama para que la Fiscalía cambiara nuevamente de nombre a Ministerio de Justicia del Estado.
Mediante publicaciones en el Periódico Oficial del Estado, la SFP dio a conocer los malos manejos de los recursos del Fideicomiso Contra la Delincuencia Organizada, creado por el gobierno del estado y empresarios chiapanecos, durante las gestiones de Herrán y Amador Rodríguez.
Dicho fideicomiso tenía como propósito la adquisición de equipo de alta tecnología para combatir el secuestro, el asalto a carretera, el robo de vehículos y el abigeato, así como otorgar estímulos a los agentes de la Fiscalía Especializada contra la Delincuencia Organizada. De acuerdo con las investigaciones, tanto colaboradores de Herrán como de Rodríguez Lozano dispusieron de fuertes sumas de dinero sin comprobarlo contablemente y que registraron como “gastos por comprobar”.
En el expediente 271/DPA-CC/2010, se investiga a Amador Rodríguez por la sustracción de 8 millones de pesos del fideicomiso, que supuestamente fue utilizado para dar estímulos a los agentes fiscales pero nunca se supo si realmente esos recursos fueron entregados a los beneficiarios. Asimismo, su gente más cercana estuvo involucrada en la disposición de 342 mil dólares de la Dirección de Bienes Asegurados sin que estuvieran aprobados como parte del erario de Chiapas. Después estos recursos fueron depositados en otras cuentas bancarias en pesos mexicanos.
En el expediente 268/DPA-CC/2010, se indaga a Rodríguez Lozano por las irregulares encontradas en el manejo de más de 12 millones de pesos de las finanzas del Ministerio de Justicia las cuales fueron consideras por la SFP como erogaciones improcedentes. Y de abril a mayo de 2008 se registraron retiros bancarios superiores a los 26 millones de pesos que no se justificaron.
En una denuncia que está en poder de la PGR, declara Gilberto Rivera Amarillas, narcotraficante conocido como “El tío Gil”, que durante 10 años pagó al gobierno de Chiapas para que el Cártel de Sinaloa mantuviera el control de la frontera sur, y que ese dinero supuestamente llegaba a las manos de Juan Sabines Guerrero. También confesó que las dos toneladas de cocaína que fueron decomisadas en 2008 en la colonia Patria Nueva, en Tuxtla Gutiérrez, eran suyas y que la Procuraduría encabezada por Amador Rodríguez Lozano informó que la mercancía era lactosa y no cocaína, y que se realizó una supuesta incineración en Chiapa de Corzo.

EL CACHANILLA
También conocido como “El cachanilla”, Amador Rodríguez es un mapache electoral que ha obrado siempre bajo las órdenes de Juan Sabines Guerrero, como en las elecciones de 2012, por ejemplo, haciendo que 12 diputados federales salieran electos.
Por lo tanto, el repentino regreso de Rodríguez Lozano a Chiapas no es una coincidencia, sino obedece a los intereses de Juan Sabines, y suponemos que desde ahora estará comprando votos a favor del PRI y sus candidatos. ¡Chao!

@_MarioCaballero