Héctor Estrada / Columna

En la Mira  / Héctor Estrada

Chiapas y sus amores electorales de ficción
 

Con lo sucedido en los últimos meses como antecedente, el amor fingido entre Manuel Velasco Coello, José Antonio Meade y Roberto Albores Gleason resulta ya muy poco convincente. La forzada presencia del gobernador chiapaneco en los eventos de campaña de los candidatos priistas y el intercambio de halagos entre los involucrados parecieron estar de más ante una realidad que es prácticamente del dominio público.

La presencia del mandatario chiapaneco sobre el templete en el arranque de campaña y las fotos posteriores filtradas a medios donde se veía a los tres “platicando en privado” tuvieron la clara intención de disipar los señalamientos que aseguraban un distanciamiento entre los frentes. El objetivo era “hacer evidente” la existencia de una nueva alianza para trabajar en equipo, pero evidenciaron completamente lo contrario.

Si la relación está “viento en popa” y el trabajo de unidad es una realidad, entonces son francamente innecesarias tantas evidencias públicas (forzadas) para intentar desmentir lo contrario. Si en realidad Velasco Coello estuviera volcado de lleno a favor del triunfo Roberto Albores Gleason y José Antonio Meade desde hace mucho hubiera sacados las manos, brazos y todo el aparato gubernamental de la campaña de Andrés Manuel López Obrador y Rutilio Escandón Cadenas.

Si el gobernador chiapaneco de verdad quisiera demostrar su entrega absoluta a la causa priista desde hace mucho hubiera interrumpido el apoyo institucional (bajo supuesta discrecionalidad) que otorga a Morena en Chiapas con personal de logística para la organización de eventos, la operación mediática, el financiamiento económico y la migración forzada de mucha de la estructura político-electoral que hace sólo unos meses estaba al servicio del Partido Verde Ecologista de México (PVEM).

O ¿Desde dónde cree usted que se opera financieramente mucha de la información que es colocada en medios nacionales a favor del candidato de Morena? Así es, del mismo punto neurálgico en Chiapas de donde se supone gesta el apoyo institucional a favor de los candidatos priistas. 

La peligrosa realidad es que Manuel Velasco está jugando sus cartas en los dos frentes opositores, con la diferencia de que por un lado lo hace por obligación mientras en el otro lado tiene sus principales apuestas. Pese a los acuerdos de impunidad que Enrique Peña le ofreció para alinearse y terminar con los enfrentamientos preelectorales, el gobernador chiapaneco sabe perfectamente que no existen garantías ante el triunfo de Roberto Albores y que su llegada al gobierno de Chiapas significaría el inevitable fin de su “dinastía política”.

Velasco no cree en los “pactos condescendientes” de Meade y Gleason, como tampoco Gleason y Meade creen en la nueva “lealtad comprometida” de Velasco Coello. La relación entre el gobernador de Chiapas y los candidatos priistas es el más claro ejemplo de un matrimonio forzado en la política, donde los acuerdos son endebles y las traiciones son latentes posibilidades a conciencia plena… así las cosas.