Ángel Mario Ksheratto / Artículo Único
Del desencanto al voto útil
¿Tiene el Partido Verde Ecologista de México, potencial para abanderar a un candidato propio a la presidencia del país, sin necesidad de aliarse con ningún otro partido? Desde que se intentó llamar la atención mediante una carta-letanía en la que alcaldes y legisladores chiapanecos hacen un recuento de los logros del PVEM, las especulaciones se dispararon al grado de presuponer que el candidato “natural” para contender por la máxima magistratura mexicana, habría de ser el gobernador Manuel Velasco Coello.
Sin embargo, al interior de la junta de castas pevemistas radicadas en la Ciudad de México, la postura es opuesta a la pretensión de los firmantes de la misiva. Lejos de la tozudez de participar con su propio candidato, el discurso es abierto, incluso, para acercarse al PRD y, solo en caso de fracasar en las negociaciones con Alejandra Barrales y la dirigencia nacional del PRI, se aventurarían a lanzar una candidatura que, evidentemente, no sería Velasco Coello, sino Carlos Alberto Puente Salas.
Es éste, un senador ubicado en la medianía legislativa que ha destacado como vocero del PVEM, desde que ése partido quedó acéfalo, tras los escándalos y excesos de quien fungió, oficialmente, como presidente hasta el 2011, Jorge Emilio González Martínez, más conocido con el mote de “Niño Verde”.
Los argumentos que Pablo Escudero Morales ha esgrimido para sustentar la posible postulación de su compañero de bancada, son exactamente los mismos que sus correligionarios de Chiapas han soltado como para que el jefe del Verde local, ocupe la plaza: logros paupérrimos, aprobación de leyes inaplicables, por mencionar lo más notorio.
Es obvio que ello no le alcanza al PVEM para competir con los demás partidos políticos que gozan de toda la mala fama del mundo. Es evidente también que las rupturas, son claras y las traiciones inevitables.
Todo, producto de la falta de un liderazgo sólido, de planteamientos serios y ausencia de resultados benéficos. La retahíla de manifestaciones en torno al trabajo legislativo, resulta ocioso y convoca a la risa, cuando no, al menosprecio por leyes fanfarronas que no aportan nada a la sociedad. Con esa calidad tan baja, difícilmente podrán independizarse de los partidos grandes para buscar la presidencia de la República. Es un sueño guajiro, sin lugar a dudas.
Para que el PEVM pueda contender, debe reconvertirse en un partido de verdaderas opciones, de propuestas serias, no de ocurrencias y menos, de chantajes, como está sonando la pretensión que enarbolan. Deben trabajar para constituirse en una organización política de verdad, con un dirigente definido, honrado, inteligente. Puente Salas, que hace las veces de “líder” y “vocero”, no es una gente que goce de confianza y credibilidad; su destape, suena más a quiebres internos y pugnas insalvables, que a una propuesta a tomar en serio.
Los números que tanto los seguidores de Manuel Velasco como de Puente Salas traen a colación para alimentar la posibilidad de participar solos en las elecciones del año próximo, son solo cifras utópicas. Confían en los supuestos cinco puntos que les dan algunas encuestadoras; en los poco más de 700 mil votos que le dieron a Peña Nieto para ganar la presidencia y en el más de un millón de votos que logró Velasco Coello en Chiapas.
Si sumamos esos votos, no le dan para siquiera alcanzar el quinto lugar; recordemos que Peña Nieto obtuvo más de 19 millones 200 mil votos. Si el Verde retiene los votos “duros” del 2012, obtendría en el 2018, los mismos votos que ganó Gabriel Quadri, algo así como millón y medio o probablemente, un millón 800 mil votos. Esto, sin tomar en cuenta que el desencanto en Chiapas y los escándalos de corrupción en que el Verde se ha visto envuelto, podrían ser factores para menguar ostensiblemente la cantidad de sufragios a su favor.
Por otro lado, les ha envalentonado el número de alcaldías y diputaciones que actualmente están bajo sus siglas. La pregunta es si los alcaldes del Verde, en Chiapas, por ejemplo, han hecho bien su trabajo. Todo indica que no. Las constantes protestas exigiendo el cumplimiento de promesas de campaña, revelan focos de inconformidad. Del trabajo legislativo, es mejor no hablar; primero, porque han hecho poco y segundo, porque ese poco, ha sido malo.
Convertir el desencanto y la frustración en votos útiles, nunca ha sido factible; esa es una pretensión aventurada que refleja la incapacidad para afrontar las consecuencias de los errores. A todo ello, surgen interrogantes muy interesantes. Una de ellas es a quién van a apoyar los pevemistas de Chiapas. ¿A Velasco o a Puente? ¿A quién darán su voto los legisladores federales y locales? ¿Se alinearán los alcaldes? ¿Es el principio del fin del PVEM? Las respuestas, no tardan en llegar.