Por Itzel Grajales
Una broma de mal gusto es la reforma al Código Electoral de Chiapas que este domingo aprobó el Congreso del Estado; sobre todo porque la iniciativa proviene de Eduardo Ramírez Aguilar, uno de los actores políticos que más se ha publicitado en el último sexenio con el dinero del pueblo, bajo pretexto de desempeñar un cargo público.
Mención aparte, y no menos importante, es el objetivo perverso de la modificación que, contraria a los principios de certeza y legalidad, viola nuestra Constitución Política, sin que una sola voz se haya opuesto en el recinto legislativo.
Morenos, verdes, morados, rojos, de todos colores, votaron a favor de la propuesta de ‘Lalo’. Nadie objetó el decreto que oportunamente surgió tras la desgracia que viven cientos de familias en la entidad, por el sismo de 8.2 grados que ocurrió el 7 de septiembre.
El de Chiapas, el primer Congreso del país que legisla en la materia, para que los recursos públicos de las campañas se destinen a la reconstrucción de las viviendas. Estamos a la vanguardia. Es hora de que los aspirantes a un cargo de elección popular se den a conocer con su propio dinero. Tiempo de solidaridad.
¡Qué argumento más convincente y conmovedor! Parece que iniciaron con el pie derecho el tercer año legislativo, donde Eduardo Ramírez sigue a la cabeza, pero ahora como presidente de la Junta de Coordinación Política, luego de dos años en la Mesa Directiva.
De nuevo en un espacio estratégico, de nuevo protagonista, ¿para qué quiere, Ramírez, ese dinero? El proceso electoral local inicia este 7 de octubre, y durará aproximadamente nueve meses, tiempo suficiente para hacer lo que siempre ha hecho: campaña disfrazada. Simulaciones, como otros actores políticos, sí, pero mucho más grave.
En la carrera hacia la grande, si bien no es el único con posibilidades, tiene ventaja ante cualquier ciudadano que, eventualmente, participe en la contienda. Cómo entrarle al quite si su rostro está hasta en el transporte público, si tiene una “fundación” dedicada a promover su imagen, un espacio político privilegiado y 39 súbditos a los que llama compañeros y compañeras.
Imagine a los chiapanecos que no son diputados, presidentes municipales, diputados federales o senadores, a esos militantes sin posibilidades de rendir informes de actividades, sin medios de comunicación a su disposición ni programas asistencialistas en manos. ¿Qué posibilidades tendrían de ganar si legalmente cuentan con escasos días para dar a conocer sus propuestas, y –desde ahora- sin dinero?
De continuar vigente, esta reforma garantiza que los mismos de siempre, los que vemos en revistas y espectaculares, los que han llevado a Chiapas al verdadero desastre, se eternicen en el poder; les da más herramientas para negociar. Les facilita, aún más el camino rumbo a la jornada electoral.
No está de más recordar lo que las autoridades electorales han advertido: modificar la ley electoral local en este momento constituye una violación constitucional, que podría ser reconvenida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
El artículo 105 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dice claramente que “las leyes electorales federal y locales deberán promulgarse y publicarse por lo menos 90 días antes de que inicie el proceso electoral en que vayan a aplicarse, y durante el mismo no podrá haber modificaciones legales fundamentales”.
Este no es un tema nuevo. La Corte ya interpretó que una modificación legal será inaplicable cuando, sin importar su jerarquía normativa, otorgue, modifique o elimine algún derecho u obligación de hacer, de no hacer o de dar, para cualquiera de los actores políticos, incluyendo a las autoridades electorales. Y en este caso, el Congreso de Chiapas desatiende completamente lo dicho por el máximo tribunal del país.
Lo más lamentable en el Congreso del Estado es la pasividad de la mayoría, que nadie tenga el valor de decir que no. Todos en la misma bolsa, probablemente por conveniencia, votaron a favor. Incluso aquellas diputadas y diputados que pertenecen a partidos dizque de izquierda, los que quieren salvar a México y los que ofrecen un cambio. ¿Dónde está Morena?, ¿dónde el PRD?... ¿qué dijeron los panistas?
Más triste todavía es el papel de las legisladoras, porque sus cargos son resultado de una lucha histórica por los derechos de las mujeres. Dos años y no se les ve cuestionando; actúan, hasta el último momento, autómatas, grises, sin propuestas, siempre a modo… Pero esa es otra historia.
El caso aquí es que por unanimidad decidieron que Eduardo Ramírez tiene razón. Es tiempo de atender el clamor de los ciudadanos: que utilicen los recursos públicos para ayudar a la gente más pobre, a la que lo perdió todo, a los que no tienen nada.
Humanos, muy humanos. Hoy que parecen estar dispuestos a escuchar al pueblo, invadidos por un espíritu de solidaridad que no logró alcanzar su dieta mensual, les pedimos que no sea necesario un terremoto para que muestren su lado más sensible.
Desde hace años, los chiapanecos están hartos de ver cómo tiran millones de pesos en publicidad, en informes de labores que a nadie interesan, en giras que sólo sirven para la foto, en dádivas para ancianos y madres solteras, y despensas que sólo sirven para perpetuar la pobreza.
Para atender el clamor ciudadano, no es necesario que violen la Constitución como lo hicieron este domingo; en serio, agradecemos su infinita bondad, pero no es necesario que reformen las leyes a modo, porque el dinero de las campañas es sólo un grano de arena en medio de una playa de despilfarros.
Demuestren su sensibilidad con trabajo para que el dinero público no se desvíe, para que la ayuda llegue los damnificados.
Demuestren su amor por Chiapas castigando a los que robaron; y a los que se van, llámenlos a cuentas antes de premiarlos con cargos diplomáticos. Demuestren su solidaridad exigiendo que la justicia sea real y no calcas pegadas en taxis.
Chiapas va a superar el 7 de septiembre, la participación ciudadana ha dado muestra de ello. Pero quién lo salva de la verdadera emergencia. Aquí el verdadero terremoto es la pobreza, el oportunismo, la sed de poder.
Aquí el terremoto son ustedes.