César Trujillo / Columna

Código Nucú / César Trujillo

Los errores de ERA

Eduardo Ramírez Aguilar, diputado presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) del Congreso del Estado y presidente del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) en Chiapas, parece estar cada vez más lejos de aquellas aspiraciones políticas que lo hicieron autonombrarse como el “Jaguar Negro”, mote que, seguramente, buscaba inscribir en los anales de la historia de la entidad en cuanto el gobernador Manuel Velasco lo ungiera y desde el centro del país palomearan su nombre.

Sin embargo, sus errores han sido vastos y hoy le cobran las facturas del no entender el lenguaje cupular que enarbola la política en nuestro país, mismo que termina pesando en cada entidad. Pero el error más grande, considero, es el no tener una lectura clara de los tiempos y quedarse con posturas de aldea, localoides y erróneas, fallidas pues, que no embonan con las que se mueven en el centro del país y que hoy lo tienen fuera de la contienda por la sucesión gubernamental, al menos hasta estos momentos.

Que el diario de circulación nacional Milenio haya publicado que hasta Fernando Castellanos Cal y Mayor, el frívolo alcalde de Tuxtla Gutiérrez recién galardonado por su supuesto trabajo, se encuentra mejor posicionado que el diputado Ramírez Aguilar, y que esto lo atribuyan a un veto por “constantes ataques a miembros del partido tricolor” (aguas con los detractores que tiene cerca ERA), es algo que quien aspira a ser gobernador de Chiapas no puede permitirse.

Más que sentirse el arroz de todos los cochitos, y seguir los pasos de otros políticos que tuvieron su brote efímero de fama, Eduardo Ramírez debió construir desde abajo, desde las bases, y forjar un sendero propio sin querer cargar con estructuras ajenas. Escrito está que transitar por caminos ajenos termina pasando facturas y él pasó por alto no sólo eso, sino que olvidó que las lealtades en política son efímeras y que éstas se basan, o se deben, a lo que representen y sirvan para el futuro.

Si a esto sumamos que sobre ERA pesan varias acusaciones de deslealtad política que él ha minimizado cuando la prensa lo cuestiona, dejando de lado que éstas más tarde que temprano se terminan pagando y más si encallan algunas en el actual mandatario, no hay cómo ayudarle. Quien le vendió al oído la idea de que en el 2018 la alianza entre el Partido Revolucionario Institucional y el Partido Verde Ecologista de México terminaría, y que eso le daría la oportunidad de caminar solito y sin cola, le jugó chueco y lo orilló, inconscientemente quizás, a actuar sin pudor contra algunos políticos que hoy le cobran caro esos errores.

Es más, su necedad por pintar de verde a Chiapas sin importarle, derivado de su desconocimiento, la hegemonía y los usos y costumbres de los pueblos originarios, así como su afán de mantener el control en el Legislativo y reelegirse, lo tiene metido ahora en una encrucijada de la que difícilmente saldrá bien librado (aunque en política todo es posible). Porque de antemano, hay que señalarlo, pasó por alto que Willy Ochoa no es Carlos Penagos, pues mientras el segundo se debía y obedecía a ERA sin chistar (dicen que ya no hay amor, vaya usted a saber), el primero goza de autonomía, del respaldo del priismo desde el centro del país y también gusta de ser el chile de todos los moles (aunque esa historia la contamos después).

Por eso, el nombre de Eduardo Ramírez hoy se acomoda en otros cargos de elección popular dentro del mismo Legislativo y nada más: unos lo ven sentado en una curul federal y otros en la Cámara Alta, pero ninguno lo pondera ya como el próximo gobernador o como uno de los favoritos de Manuel Velasco Coello: el que a todos dice sí, pero no les dice cuándo. Es más, hasta el mismo senador verdeecologista Luis Armando Melgar Bravo, con todos sus errores y pifias, con los diferendos que ha sembrado en un sector de la población, con su arrogancia y lenguaje soez, se encuentra mejor posicionado, cupularmente hablando. ¡Vaya voltereta!

Lo cierto es que le urge a ERA cambiar el cristal con el que ve la situación y las cosas. Lo peor que puede pasarle es seguir en la misma sintonía: con aguas empañadas, espejitos loadores y cayendo estrepitosamente.

Manjar

César Bernardino Serrano Nucamendi, rector de la Universidad de Chiapas (UDECH), fue designado coordinador municipal y de organización del Partido del Trabajo rumbo a los comicios del 2018. Es el primer paso de los petistas para la alianza que parece conformará con el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y que buscará ser el contrapeso del oficialismo para adjudicarse puestos de elección popular en las elecciones venideras. El mensaje del rector fue claro: “Hoy el giro debe ser hacia la izquierda, no hacia la derecha, no hacia el centro”. Los dados están tirados sin más. 

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