En la Mira / Héctor Estrada
Marichuy, muy lejos ya de la boleta electoral
Si la aritmética no falla y no sucede algo extraordinario durante los siguientes días, la suerte de la primera precandidata indígena a la presidencia de la república, María de Jesús Patricio Martínez, parece estar echada. Sus posibilidades para aparecer en la boleta el
próximo 1 de julio se han disipado con el paso de los meses, dejando atrás una serie de lecturas políticas sobre su aportación real a la contienda.
Desde su designación como vocera del Congreso Nacional Indígena (CNI) para la candidatura independiente, las expectativas sobre Marichuy fueron contrastantes. Por un lado surgieron de inmediato las voces optimistas que aseguraban su postulación como la verdadera opción independiente que innegablemente se convertiría en una dura contrincante para los grandes grupos políticos convencionales.
Por el otro lado aparecieron también quienes de inmediato la acusaron como “pieza priista maquiavélica” para entorpecer la candidatura de Andrés Manuel López Obrador, descalificando su representatividad real y menospreciando sus posibilidades de alcanzar las firmas de apoyo para una candidatura independiente. Fue un personaje que políticamente nació, se fortaleció y se diluyó con el año que acaba de concluir.
Así lo hicieron constar las voces que inicialmente apoyaron su postulación. Con las primeras horas del 2018 las posturas de importantes figuras como el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), en torno a su posible candidatura, parecieron contundentes: la posibilidad de que María de Jesús alcance las firmas mínimas para permitir su registro como candidata independiente a la presidencia de la república está ya muy lejos la realidad.
De acuerdo al último reporte del Instituto Nacional Electoral (INE), hasta este 1 de enero Marichuy ni siquiera había alcanzado a alcanzado el 16 por ciento del total de firmas mínimas requeridas. Es rebasada, incluso, por personajes como Armando Ríos Piter y Edgar Ulises Portillo Figueroa, quienes duplican y triplican el total de los apoyos obtenidos por la popular aspirante de los pueblos indígenas.
En entidades de nutrida población indígena como Guerrero, Oaxaca y Chiapas, Patricio Martínez apenas ha recolectado 800, dos mil y 14 mil firmas, respectivamente. Números muy lejanos a los más de 866 mil apoyos mínimos que requiere para lograr el registro. Desde donde más firmas de respaldo ha recibido es paradójicamente de la Ciudad de México, aunque con cifras también muy bajas, en comparación con las alcanzadas por otros aspirantes punteros.
A Marichuy le quedan apenas un par de semanas para remontar el rezago de firmas necesarias. Sin embargo, sus posibilidades son mínimas. Por eso el nuevo discurso del EZLN sobre el papel de la vocera indígena más allá de una candidatura independiente. Por eso las nuevas posturas sobre una candidatura indígena que quedó muy lejos de la realidad. Pero también las lecturas innegables sobre su impacto y su capacidad de respuesta.
La realidad parece aplastante. Con todas sus letras, la precandidatura de Marichuy a la presidencia de la república apunta a un rotundo fracaso. No ha habido el apoyo esperado. Ni siquiera en los estados donde la organización social y euforia por los pueblos indígenas es más fuerte. Pero también es cierto que la postulación de María de Jesús tiene ya sus logros y aportaciones a la contienda aún sin una candidatura.
Ha colocado el tema indígena como un asunto inevitable para quienes contiendan en julio próximo. Ha sentado un nuevo precedente. Marychuy es mucho más que una candidatura independiente en la boleta electoral. Es la muestra vida de un importante sector de la población que parece invisible, pero está dispuesto a asomarse y organizarse para colocarse en la agenda cuando sea necesario. Aún hace falta mucho más para visibilizarlos mejor, pero los primeros intentos siempre resultan buenos cimientos… así las cosas.