En la Mira / Héctor Estrada
Teatros y farsas tras la candidatura del Frente por Chiapas
Con los tiempos de definiciones agotándose para el registro oficial de precandidaturas al gobierno de Chiapas, las estrategias de los aspirantes a encabezar la coalición “Por Chiapas al Frente” han comenzado a rayar en la desesperación. María Elena Orantes, José Antonio Aguilar Bodegas y hasta el presidente estatal del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), Eduardo Ramírez Aguilar, tuvieron esta semana su momentos de show mediático bastante cuestionables.
En menos de 72 horas los tres involucrados (de manera oficial o no) en la disputa por la candidatura lanzaron sus respectiva artillería mediática. El primero de los tres fue nada más ni nada menos que el líder del partido verde en Chiapas quien, por encargo, mandó a filtrar una fotografía tomada junto a Santiago Creel Miranda, responsable de coordinar la candidatura del panista Ricardo Anaya.
La imagen difundida mediante varios de sus más allegados estaba acompañada de un claro mensaje que advertía la posibilidad de una negociación definitiva para quedarse con la candidatura del Frente. Se trató de una estrategia ya bastante trillada que, en una de esas, también podría resultarle contraproducente.
Y es que, aunque de manera superficial la difusión de una fotografía con el coordinador de la campaña de Anaya pareciera un mensaje de posicionamiento político sobre otra opción de candidatura, de fondo la imagen también emite mensajes contundentes que resultan combustible puro para los enemigos que quieren verlo fuera de la boleta electoral en julio próximo.
La desesperación de Ramírez Aguilar para alcanzar alguna de las candidaturas disponibles para la sucesión de Manuel Velasco podría estar minando su propio camino. Su cabildeo y flirteo constante con las fuerzas políticas opositoras al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el propio Verde Ecologista hablan también de su inestabilidad y lo volátil de sus lealtades al proyecto Enrique Peña Nieto y José Antonio Meade. Expresa claramente la posibilidad de una traición inminente.
Del otro lado, este mismo miércoles, José Antonio Aguilar Bodegas sorprendió a propios y extraños con la publicación de un video, supuestamente grabado en diciembre pasado, donde expone la presunta entrega “por equivocación” de dos expedientes pertenecientes a la Fiscalía General del Estado de Chiapas (FGE) en los que se le fincan nexos con miembros del crimen organizado.
A decir del propio Aguilar Bodegas, los documentos habían sido llevados por error a su domicilio, en lugar de haber sido entregados al domicilio del Fiscal Raciel López Salazar. Sin intentar desacreditar lo denunciado, francamente los argumentos expuestos y lo presentado en las imágenes resultan poco convincente o creíble. ¿Se imagina usted el nivel de ineptitud de un empleado de la FGE para cometer semejante equivocación y además esperar a ser grabado por el propio denunciante para recibir de vuelta los expedientes y confirmar el origen de los documentos?
En menos de tres minutos el aspirante a la candidatura por el gobierno de Chiapas tuvo tiempo suficiente para explicar lo sucedido, mostrar el contenido de los documentos, salir a devolver los expedientes, entrevistar al supuesto empleado de la Fiscalía y grabar la partida de los emisarios. Una denuncia audiovisual demasiado armada y oportuna para asumirse como verdadera de primera instancia.
Y para cerrar el espectáculo al “tren”también se sumó la ya controversial y desacreditada María Elena Orantes López. La diputada plurinominal por el partido Movimiento Ciudadano intentó dar el madruguete pagando una nota en medios nacionales donde supuestamente se anunciaba su elección como candidata del Frente en Chiapas. La nota ni siquiera señalaba la fuente de tan importante aseveración y mucho menos la firma de algún periodista reconocible. Era pues un mero cuento.
No cabe duda que con el paso de los días las estrategias desesperadas de los aspirantes a las candidaturas por el gobierno de Chiapas seguirán dando de que hablar y, por que no decirlo, también hacernos reír un poco. Las farsas y teatros utilizados son francamente estrategias ya bastante obsoletas y desgastadas que resulta elementos sin credibilidad e impacto para los nuevos tiempos… así las cosas.