Héctor Estrada / Columna

En la Mira / Héctor Estrada

Violencia feminicida sigue desangrando a Chiapas

Mientras al interior del Congreso estatal se premiaba a unos de los más omisos y violentadores presidentes de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDH) con la titularidad del Poder Judicial del Estado de Chiapas, en el resto de la entidad la consternación invadía nuevamente a la población con el hallazgo del cuerpo inerte de una víctima más de la violencia feminicida en Chiapas. 

Desde el pasado 13 de enero la imagen de Gloria Castellanos Balcázar inundó la redes sociales de Tuxtla Gutiérrez, como el inicio de una búsqueda desesperada. Había salido alrededor de las tres de las tarde del viernes 12 de enero a recoger unas bases de pirotecnia al salón de eventos Al Jabal, ubicado en la colonia Mactumatzá de la capital chiapaneca. 

Se dedicaba a la organización de eventos, y parecía una diligencia que no demoraría mucho. Pero las horas trascurrieron y Gloria jamás regresó a casa. Desde entonces su madre interpuso la denuncia correspondiente ante la Fiscalía de la Mujer e inició de mediato una acción urgente en las redes sociales para localizar a su hija. El rostro de Gloria con sus datos de contacto circuló rápidamente y despertó inmediata empatía social.

Sin embargo, el peor desenlace posible estaba por venir. La madrugada de este martes fue localizado el cuerpo de Gloria sin vida, en un pozo con una profundidad aproximada de 20 metros, dentro de un terreno baldío ubicado a 100 metros del salón de fiestas a donde la joven habría acudido la tarde del viernes. Los rastros del odio quedaron impresos en el cuerpo de Gloria. 

No quedaba duda de la implicación de tan indignante crimen. La propia Fiscalía General del Estado de Chiapas dio conocimiento a la Fiscalía de Homicidio y Feminicidio y este mismo martes dio a conocer la detención de un presunto implicado. Pero el dolor y la indignación en Chiapas han rebasado límites. La violencia asesina contra las mujeres se ha vuelto una constante que parece no tener freno.

Es un problema enraizado en entrañas de la sociedad misma. En la violencia del machismo irracional que siempre está latente. Ese sentimiento de pertenencia autoritaria, superioridad, salvajismo y poderío absurdo que aún habita en muchos hombres criados bajos los mismos criterios patriarcales. Es en sí un problema que sólo podrá ser arrancado desde el fondo, desde la crianza, desde el hogar y las instituciones educativas donde se forjan a las mujeres y los hombres del futuro. 

Se trata pues de una situación apremiante que requiere compromiso real y personas con verdadera capacidad. Las instituciones de impartición de justicia no pueden seguir siendo entregadas como premios o tajadas políticas. No pueden seguir siendo fichas de cambio o intercambio para garantizar impunidad a los más altos niveles de la corrupción. No deberían ser premios a violadores de derechos fundamentales.

Por eso duele la imposición de actores como Juan Oscar Trinidad Palacios en el Poder Judicial de Chiapas. Un personaje acusado de revictimizar y violar derechos humanos sistemáticamente. Alguien que tuvo en sus manos la posibilidad y obligación legal de solicitar desde hace muchos años la Alerta de Género para Chiapas y decidió omitir su responsabilidad para no incomodar al gobierno en turno. Una contradicción que lastima y permite entender también la apremiante situación. 

Hoy la convocatoria abierta es a marchar y salir a manifestar la exigencia de justicia, de mayor compromiso gubernamental y conciencia social de lo que sucede. De lo que las está matando. La cita es este miércoles a las cinco de la tarde en el Parque de la Juventud, al poniente de Tuxtla Gutiérrez. Que la indignación se manifieste más allá de las redes e inunde las calles… Ni una más.