Héctor Estrada / Columna

En la Mira / Héctor Estrada

Rutilio y Gleason perfilados a la contienda real por el relevo sexenal en Chiapas

Con los tiempos de berrinches, amenazas y chantajes agotándose en el escenario de las disputas internas, y a menos de que algo muy extraño no suceda, la contienda por el gobierno de Chiapas parece comenzar a definir el panorama. Más allá de las especulaciones, 

las filas y fobias, los presagios hechos sobre las posibilidades reales de competencia electoral se han materializado con el paso de los días.

Son Rutilio Escandón Cadenas y Roberto Albores Gleason quienes se perfilan a debatirse la sucesión de Manuel Velasco Coello el próximo primero de julio. Ninguno de los dos son sorpresas en el escenario electoral chiapaneco. Ambos han construido sus candidaturas desde muchos años atrás, incluso más allá del actual sexenio verde y sus personajes de temporada. 

Desde las negociaciones que hicieron posible la candidatura y gubernatura para Manuel Velasco, éste sabía perfectamente que la aparición de Gleason y Escandón en la boleta electoral del 2018 eras posibilidades inminentes. A Escandón lo acompañó siempre la cercanía con Andrés Manuel López Obrador y los acuerdos que el ahora candidato estatal propició para fortalecer los ya evidentes lazos políticos entre el gobierno verde y el líder de Morena.

La estancia y permanencia inamovible de Rutilio en el gobierno de Chiapas estuvo siempre estrechamente relacionada con López Obrador, su proyecto electoral y las ventajas que ofrecía tener un aliado en común. La cercanía con Manuel Velasco y la larga amistad con Andrés Manuel fueron elementos inmejorables a la hora de definir las cosas en Morena Chiapas. Finalmente, se trata de un candidato que garantiza lealtad a ambos intereses.

Por eso la candidatura de Escandón no debe tomarse tan a la ligera. Ante el fracaso de los “delfines verdes” se ha convertido en la fórmula de mayor conveniencia para el aún gobernador chiapaneco. Es una de las cartas habilitadas dentro de tablero de Velasco Coello y no dude que las piezas restantes decidan moverse a su favor. Y es que, las posibilidades de Rutilio se han fortalecido con los “jaloneos” ajenos.

Del otro lado está Roberto Albores Gleason; un candidato fraguado más allá del actual sexenio. Su mayor fortaleza es que cuenta con el respaldo absoluto de las cúpulas nacionales y poderosos aliados del pasado que ahora reclaman el cumplimiento de acuerdos. La candidatura de Gleason es un asunto definido desde hace muchos años. Un acuerdo que intentó ser saboteado (antes disimuladamente y después en franca guerra campal) por un gobierno que su mismo equipoAlbores Gleason era un candidato inevitable al gobierno de Chiapas para la contienda de 2018. Siempre fue la ficha más fuerte del priismo nacional para la entidad chiapaneca, pero su posición incómoda para los planes sucesorios de Velasco terminaron por convertirlo en el mayor antagonista del actual sexenio estatal. Fue siempre el principal obstáculo para que Manuel pudiera imponer a su candidato y el desenlace es ahora del dominio público. 

La candidatura de Gleason es el otro frente con posibilidades reales para el mes de julio. La estructura movilizadora formada durante los últimos años y la inminente cargada gubernamental (al menos la federal garantizada) lo convierten en un fuerte contendiente al relevo de Manuel Velasco. Paradójicamente, en la única opción realmente apuesta a los intereses directo del gobierno en turno.

En la desangelada coalición “Por Chiapas al Frente” los acuerdo no terminan de fraguarse. Sin embargo, los dados parecen cargados a favor de José Antonio Aguilar Bodegas. El ex priista cuenta con las mayores simpatías dentro de las fuerzas políticas que conforman la alianza y la venia del gobierno de Chiapas. No obstante, sus posibilidades aún lucen muy distantes con respecto a los adversarios antes mencionados. La capacidad de Josean no está en tela de juicio, pero la plataforma partidista no aporta mucho a sus aspiraciones… así las cosas.