Mario Caballero / Columna

Letras Desnudas / Mario Caballero 

EL CAMIÓN DE LA BASURA
Es inusual que un candidato sea más popular que el partido político que lo representa. Aunque en las últimas dos décadas ha sido claro que la gente vota por la persona y no por los partidos. Es así que independientemente de que Andrés Manuel López Obrador sea el candidato presidencial más popular, conocido y con mayores probabilidades de convertirse en el próximo presidente de México, su partido Morena es un organismo que al poco tiempo de nacer ha caído en un proceso de decadencia, de putrefacción.
En los años setenta, el Partido Revolucionario Institucional fue comparado con una catedral por el politólogo Frank Brandenburg. Cualquiera sabe que las catedrales tienen su nave central y sus capillas laterales, a la derecha y a la izquierda, donde caben todos los santos.
La analogía no era para nada errada. El PRI era un instituto oligárquico, hegemónico y autoritario, pero no era egoísta para excluir a todos aquellos que quisieran sumarse a sus filas. En la capilla de la derecha daba lugar para que se mezclaran los priistas más conservadores con los panistas y, en la de la izquierda, los priistas que criticaban a su propio partido y señalaban los abusos también se unían dentro del mismo PRI con los políticos de la vieja izquierda nacional, que a finales de los ochenta se separaron para formar el PRD.
A pesar de la semejanza, no es el caso de Morena que bajo el pretexto de la necesidad de unificar a todos los mexicanos, como proclama López Obrador, le dio cabida a priistas, panistas y perredistas que no fueron incluidos en el reparto de las candidaturas. Asimismo, abrazó a ex funcionarios de los gobiernos de Fox, Carlos Salinas, Felipe Calderón y Ernesto Zedillo. Y no le importó si eran prófugos de la justicia, asesinos, ex líderes sindicales corruptos, operadores políticos del crimen organizado, lavadores de dinero del narcotráfico, encubridores de sacerdotes pederastas, etcétera.
De tal manera, a Morena no se le puede aplicar la metáfora de la catedral del PRI. Sencillamente porque acogió lo peor de la clase política. Es, válgase la comparación, un camión de la basura que lo recoge todo.

NUNCA FUE LO QUE DIJO SER
Andrés Manuel creó el Movimiento de Regeneración Nacional en 2011 como una asociación civil que tenía como principal objetivo impulsar su propia candidatura a la Presidencia de la República. Pero una vez pasadas las elecciones de julio de 2012, AMLO y sus más cercanos “seguidores” decidieron el 20 de noviembre de ese mismo año que el Movimiento pasara de ser una corriente social a un partido político. Y fue el 9 de julio de 2014 que Morena obtuvo su registro ante el Instituto Nacional Electoral.
La Declaración de Principios de Morena empieza con una bonita frase: “No hay nada más noble y más bello que preocuparse por los demás y hacer algo por ellos, por mínimo que sea. La felicidad también se puede hallar cuando se actúa en beneficio de los otros”. Empero, no hay por qué asombrarse, el don de la buena retórica también le pertenecía a Hugo Chávez, Fidel Castro, Hitler y Napoleón Bonaparte, e hicieron de sus gobiernos una dictadura, un infierno terrenal para sus gobernados.
Sigamos. El quinto principio ético por los que supuestamente se rigen los miembros de Morena, dice a la letra: “Nuestro Partido es un espacio abierto, plural e incluyente, en el que participan mexicanos de todas las clases sociales y de diversas corrientes de pensamiento, religiones y culturas… Estamos convencidos que sólo la unidad de todos los mexicanos hará posible la transformación del país…”.
El sexto dice: “Nuestra acción individual y colectiva está sustentada en principios de honestidad, patriotismo y reconocimientos de las diferencias para forjar una nueva forma del quehacer político, alejada de los vicios y la corrupción de las prácticas políticas del actual sistema político, cultural y económico”. Y agrega: “Los integrantes del Partido deben tener presente en su quehacer cotidiano que son portadores de una nueva forma de actuar, basada en valores democráticos y humanistas y no en la búsqueda de la satisfacción de intereses egoístas, de facción o de grupo”.
Suena bien, ¿verdad? Sin embargo, es una lástima que todo eso sea una vil mentira.
No podemos negar que Morena es un partido incluyente, plural, un terreno donde confluye la diversidad ideológica. Pero actualmente está formado por la escoria de la política, por gente de lo peor, por los que se enriquecieron con el dinero de los mexicanos, por los que abandonaron sus partidos para encontrar otro que les permita seguir viviendo en la impunidad y la molicie cuando su lugar es la cárcel. No son simples “chapulines”, sino oportunistas enfermos de poder.
De tal manera, ¿qué tipo de transformación puede Morena darle al país si su mismo líder y candidato presidencial está permitiendo que la gente que tanto daño le hiciera a la sociedad vuelva al gobierno? Sin duda, no mejor.
Por otro lado, ¿pueden los de Morena asegurarnos que están alejados de los vicios y la corrupción y que no están buscando satisfacer intereses personales, de facción o de grupo? De ninguna manera, si no ¿por qué AMLO colocó en la lista de plurinominales al Senado a Napoleón Gómez Urrutia, ex líder del sindicato minero que desde 2006 se exilió en Canadá para no ser alcanzado por la justicia?
En este caso, López Obrador necesita dinero para financiar su campaña política y Gómez Urrutia lo tiene de sobra, pero le urge a cambio el fuero que lo aleje de pisar la prisión. Hay claros intereses personales. Un negocio redondo y muy lucrativo para ambas partes. Y así como ese están la mayoría de los casos de políticos que abandonaron sus militancias y lograron obtener una candidatura por Morena.
En fin, “no hay nada más noble y más bello que preocuparse por los demás y hacer algo por ellos”, dice la famosa declaración de principios del partido de AMLO. Aunque al parecer la mayor preocupación de Andrés Manuel es brindar protección a los criminales con el pago de cuota, sea cual sea.

EL CASO DE CHIAPAS…
En Chiapas, Morena ha sido un fracaso como alternancia política. En 2015, que fue su primera participación en una contienda electoral, ganó solamente una alcaldía de 122 posibles y tres diputaciones locales pero por la vía plurinominal. En verdad muy poco comparado con lo que el efecto AMLO provoca en otros estados del país donde el partido es la tercera o incluso la segunda fuerza política.
¿A qué se debe la falta de éxito? En primer lugar por la ausencia de prestigio de muchos de sus militantes. Segundo, porque Chiapas es la región donde el PRI y el PVEM implementaron una inmensa inversión de dinero para la compra del voto, y siendo un estado pobre esto ha funcionado muy bien. Finalmente, por la mala elección de sus candidatos. Este 2018, las cosas no parecen mejorar.
“La descomposición de todo gobierno comienza por la decadencia de los principios sobre los cuales fue fundado”, escribió Montesquieu. Si López Obrador les dio alojamiento a todos los políticos que él antes calificó de mafiosos por la ambición de ser presidente de México, no importándole en lo que se convertía su partido, en Chiapas hizo exactamente lo mismo.
¡Chao!

@_MarioCaballero