Juan Carlos Cal y Mayor / Columna

A ESTRIBOR /Juan Carlos Cal y Mayor /¿Cárcel o abrazos?

El presidente de El Salvador Nayib Bukele acaba de estrenar el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) un reclusorio que albergará hasta 40,000 reos. Será según Bukele, la “nueva casa de los pandilleros, donde vivirán por décadas sin poder hacerle más daño a la población”. No se han construido patios, áreas de recreación, ni espacios conyugales por lo que los pandilleros solo salen de la celda cuando van a una sala para su proceso judicial. La gran mayoría de los reos purgarán largas condenas como castigo y no para readaptarse.

ESTADO DE EXCEPCIÓN

Derivado del incremento de los asesinatos en su país, el presidente declaró un estado de excepción con el apoyo del Congreso Salvadoreño. Se trata de evitar que por vericuetos en el debido proceso muchos delincuentes evadan la prisión para seguir delinquiendo. Autoridades y jueces de ese país recibían amenazas de muerte o sobornos de tal manera que resultaba infructuoso perseguir y sancionar los delitos.

GUERRA CONTRA LA DELINCUENCIA

Se trata literalmente de una guerra contra los delincuentes cuya crueldad y temeridad bien puede considerarse como terrorismo. El Salvador durante casi tres décadas fue el país más violento de América Latina. Miles de muertes se han evitado por ese cáncer que tenía asolada a la población condenándolos al subdesarrollo, incluso ya operaban como organizaciones delictivas a nivel internacional.

POPULARIDAD

Todas estas acciones han colocado a Nayib Bukele como el presidente más popular de toda América Latina con una aprobación del 90%. Goza de amplio respaldo de la población y ahora se respira una paz social que no conocían millones de salvadoreños antes angustiados por la violencia sistemática de estos grupos delictivos. Dice Bukele y no sin razón que no acepta las críticas de ONGs internacionales defensoras de derechos humanos que nunca se preocuparon por las víctimas y ahora lo quieren hacer por los victimarios. No se les ha aniquilado sino simplemente apresado. No hay más muertos de la delincuencia que los que había de la población.

Llaman por eso la atención las voces acomedidas de la poca oposición y las de otros países, incluyendo al nuestro, que imploran por la defensa de los humanos de esos despiadados delincuentes. Acaso prefieren apoyar sandeces como en nuestro país donde la estrategia del gobierno han sido literalmente los abrazos en vez de balazos.

SIN RESULTADOS

Por si faltaba evidencia los resultados estadísticos saltan a la vista. Aquí ya nos acostumbramos a múltiples y sangrientas ejecuciones que son el pan nuestro de cada día y parece que no hay poder humano ni estrategia que lo pueda frenar. Van más de 130,00 muertos, de nada ha servido la famosa Guardia Nacional. Son pocos los acusados y procesados por delitos graves del fuero federal. Era como para que miles hubiesen sido ya detenidos y nada hay de eso.

SIN SEGURIDAD

Parece simplemente que no existe la seguridad pública en nuestro país. Si acaso ha habido destellos e infructuosos resultados para imponer el orden. Reina en muchos estados el crimen organizado al grado de que ya nos estamos acostumbrando a coexistir con él. No se ha desmantelado ni uno solo de los poderosos cárteles. La UIF que se la pasa investigando opositores para amedrentarlos o perseguirlos judicialmente no ha sido capaz de dar con los cientos miles de millones que genera el negocio del narcotráfico.

FENTANILO

Las becas y apoyos para los jóvenes no han producido un efecto disuasivo para evitar que sigan siendo carne de cañón del enfrentamiento por el control de las “plazas”. El tráfico de fentanilo se ha incrementado exponencialmente. Más de 71,000 personas murieron en Estados Unidos por sobredosis en 2021, 23% más respecto al 2020. En 2012 se registraron solo 1,615 muertes. El negocio ha florecido en estos últimos años y no parece haber humano que pueda frenarlo.

NO HAY VOLUNTAD

No estoy sugiriendo que se aplique la misma receta que en El Salvador. En nuestro país la capacidad ofensiva de los grupos delictivos es tan poderosa que el estado mexicano ha sido rebasado en su capacidad para imponer el orden. 29 personas fallecieron durante la captura de El Chapito, incluso un avión comercial recibió impactos de bala y hasta la fecha no se sabe que nuestras autoridades hayan iniciado averiguaciones previas por esos delitos. No hay voluntad para extraditarlo.

EN RIESGO

Eso está poniendo en grave riesgo la soberanía del país. Hay cada vez más voces en los Estados Unidos que insisten en declarar los cárteles mexicanos como grupos terroristas. Esto podría significar un ataque militar por parte de nuestro vecino país y no estamos exagerando. Es difícil predecir a dónde irá a parar todo esto. Lo que sí es seguro es que los abrazos no parecen haber sido la mejor solución.