Mario Caballero / Columna

Letras Desnudas / Mario Caballero

YA VAN 5

Abisaí Pérez Romero tenía 27 años cuando su cuerpo fue encontrado sin vida en un camino vecinal del municipio de Tula, Hidalgo, el pasado 14 de febrero. Dos días antes lo habían declarado desaparecido.

Con inteligencia desafiante y la cámara siempre colgada al cuello, Abisaí compaginaba las dos actividades más peligrosas de nuestro México actual: el periodismo y la defensa del medioambiente.

Participaba en un atlas de justicia ambiental. Un proyecto de colaboración entre la facultad mexicana y la Universidad Autónoma de Barcelona que identifica distintos conflictos socioambientales en todo el mundo. Había enfocado sus investigaciones alrededor de Tula, designada en 2006 por la Organización de las Naciones Unidas como la ciudad más contaminada del mundo, de donde era originario.

A raíz de sus pesquisas, denunció los estragos ocasionados en la población del Valle del Mezquital por la construcción del Túnel Emisor Oriente, un mega proyecto que comenzó a operar en 2020 con la finalidad de evitar inundaciones y dar mayor flexibilidad a la operación del sistema de drenaje del Valle de México.

Sin embargo, durante la madrugada del 6 al 7 de septiembre de 2021, las aguas del río Tula se desbordaron, reventaron las coladeras y la corriente se llevó por delante la ciudad entera. De esta catástrofe, 16 vidas se perdieron y ninguna de ellas ha obtenido justicia.

Abisaí responsabilizó de la tragedia al abandono gubernamental del río Tula y a la discriminación territorial que ejercían los encargados del sistema de drenaje.

El Túnel Emisor Oriente no era el único entramado que rastreaba. También había señalado los efectos nocivos derivados de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales de Atotonilco, construida en uno de “los infiernos ambientales de México”, como lo denominó el propio ex secretario de Semarnat, Víctor Manuel Toledo.

Cada vez con más exactitud, Abisaí estaba trazando las coordenadas de los daños ambientales, como el aire putrefacto, el agua intoxicada y sus efectos en la salud de los habitantes de la zona.

En fin, estaba realizando un trabajo increíble por visibilizar los problemas de su comunidad y poco a poco fue identificando a los actores implicados en los conflictos, a los políticos corruptos y poniendo el dedo sobre los responsables. Empero, en el camino de beneficiar a tantos su vida terminó por torcerse.

Abisaí, que quería convertirse en un gran documentalista, fue el primer periodista asesinado en 2023.

CUATRO MÁS

El segundo fue José Ramiro Araujo Ochoa, fotoreportero independiente dueño de la revista llamada Sol de Ensenada y había sido reportero del Diario El Mexicano. Tenía 66 años.

Fue asesinado por dos adolescentes de 17 y 16 años, que lo interceptaron cuando caminaba rumbo a su casa por el Malecón Boulevard Costero de Baja California.

Los primeros reportes indicaron que el 21 de febrero, alrededor de la 01:25 horas, la policía recibió un reporte por riña. Para cuando los agentes llegaron al lugar, Ramiro ya estaba muerto. Presentaba heridas en el abdomen y tórax, producidas por arma blanca.

Sus asesinos huyeron por la playa, pero fueron detenidos en un Oxxo cercano al lugar de los hechos. En sus prendas tenían manchas de sangre, llevaban un celular, dos chamarras y una navaja. Fueron acusados por los delitos de robo con violencia y homicidio calificado con ventaja.

El titular de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos de Baja California, Miguel Mora, calificó el asesinato como “un atentado a la libertad de expresión y al derecho a la sociedad a estar informada”.

El tercero se trata de Carlos Acosta Córdova, uno de los reporteros experto en materia de economía más importante de las últimas décadas. Fue integrante de El Universal y la revista Proceso. Tenía 65 años cuando fue asesinado el cinco de marzo.

Entre sus miles de entrevistados se encuentran el ex presidente Carlos Salinas, Jesús Silva-Herzog Flores y el empresario Carlos Slim Helú. Cubrió la última parte de la presidencia de Ernesto Zedillo y la campaña de Francisco Labastida Ochoa.

En marzo de 2012, publicó el libro “Salinas en Proceso”, en el que dio cuenta de cómo desde sus inicios como funcionario público y hasta la actualidad, el ex presidente “ha tenido en Proceso un espejo negro, una consciencia externa que lo ha seguido, paso a paso, en su incansable e infructuoso deseo de pasar a la posteridad coronado de laurel”.

Carlos se jubiló en 2019.

Fue encontrado muerto con el rostro ensangrentado en un jacuzzi del Hotel Castilla, ubicado en la alcaldía Benito Juárez, en la Ciudad de México, donde según los registros no entró solo.

A Carlos Acosta le siguió Gerardo Torres Rentería, quien se había desempeñado como reportero para TV Azteca, Reuters y Telemundo. En la actualidad se encontraba retirado de los medios.

Sobre su muerte se sabe que en la tarde noche del jueves 11 de mayo, un grupo armado entró a su domicilio en Acapulco, Guerrero, y lo atacaron directamente. Tres disparos de arma de fuego le quitaron la vida.

Marco Aurelio Ramírez Hernández es el más reciente y quinto periodista asesinado en lo que va del 2023.

Con 69 años de edad, Marco tenía cincuenta años de trayectoria periodística en diversos medios de comunicación, como Siguiendo la pista y Periódico Central. Además, se había desempeñado como director general de gobierno en Tehuacán, Puebla.

El martes 23 de mayo, salió de su domicilio en la calle Alhuelica, en Puebla, a bordo de su automóvil, metros más adelante fue baleado por sujetos en una motocicleta.

Murió en el lugar debido a tres impactos de bala, mientras que su vehículo quedó hecho pedazos por el choque posterior a su muerte.

VIOLENCIA NORMALIZADA

Antes que cualquier cosa, mi pensamiento es con estas cinco víctimas. Por supuesto, también con todos los periodistas que han sido asesinados en años anteriores o que han sufrido algún tipo de ataque. Desde esta columna, les mando un abrazo solidario a ellos y sus familias.

Es muy lamentable lo que está pasando en el país en materia de violencia e inseguridad. Y, claro, sus repercusiones contra el gremio periodístico. De acuerdo con un informe de la organización Artículo 19, que defiende la libertad de expresión, cada 14 horas se agrede a un periodista o medio de comunicación por ejercer su labor en México, que es el país sin guerra más peligroso del mundo para el ejercicio periodístico.

¿Sabe qué es lo peor? Que esta violencia está cada vez más normalizada. Es decir, a nadie le importa y nadie se inmuta frente a un nuevo asesinato de periodistas, especialmente las autoridades. Hoy hizo mucho calor, qué mal; hoy mataron otro periodista, qué pena. ¡Carajo!

En reiteradas ocasiones he expresado mi repudio contra los ataques a los colegas, incluyendo, por supuesto, los asesinatos. Pero digámoslo con todas sus letras: hoy, en México, desde el poder se atiza la polarización política y se crea un clima de violencia en contra de los periodistas críticos al gobierno.

Muchos podrán decir que los climas no matan. Es cierto, pero vaya que contribuyen. Hasta el momento, ya van cinco periodistas ultimados. El año pasado fueron 17.

Twitter: @_MarioCaballero