Héctor Estrada / Columna

En la Mira / Héctor Estrada 

*** A dos años del asesinato, la justicia plena no llegó para Simón Pedro

Sin una sentencia que permitiera conocer la identidad de sus asesinos intelectuales y sin el reconocimiento a su trabajo como defensor de derechos humanos dentro de las investigaciones, la semana pasada se cumplieron dos años del cobarde asesinato del líder de la organización Las Abejas de Acteal, Simón Pedro Pérez López, a manos de personas armadas ligadas a grupos criminales y políticos de la zona indígena de Chiapas.

A Simón Pedro lo asesinaron el lunes 5 de julio a eso de las 10 de la mañana cuando compraba en el mercado de Simojovel junto a uno de sus hijos. Los sicarios, que viajaban sobre uno motocicleta, se aproximaron a él y le dispararon a quemarropa en la cabeza para luego darse a la fuga; así, a plena luz del día y frente a numerosas personas que realizaban sus actividades cotidianas.

Sin embargo, la ejecución de Simón tenía un trasfondo mucho más preocupante de lo que aparentaba. Al líder indígena los asesinaron solamente nueve días después de que sirviera como canal de comunicación para que habitantes de Pantelhó pudieran entregar una carta de “auxilio” a la Secretaría General del Gobierno en la que denunciaron el creciente acoso del crimen organizado en la zona y solicitaran la urgente intervención de las autoridades.

En el documento, fechado a 26 de junio de 2021, se enumeraba el asesinato de al menos 11 personas, integrantes de sus comunidades, debido a la presencia de grupos criminales vinculados al narcotráfico, estrechamente relacionados a las autoridades municipales. Además, se denunció que, durante los comicios del 6 de junio de 2021, por medio de amenazas de muerte y de despojo de sus bienes, se había obligado a poblados enteros a votar de acuerdo a los intereses de los grupos criminales.

Esa fue la razón por la que habitantes de Pantelhó se le acercaron a fin de pedir su ayuda en la elaboración y entrega de la carta. Por eso, para los pobladores, la organización “Las Abejas” y las propias autoridades eclesiásticas del municipio nunca hubo duda, a Simón Pedro lo había ejecutado el crimen organizado y las autoridades municipales coludidas. Su muerte, a plena luz del día, fue un claro mensaje para intentar amedrantar inquietudes y acallar voces de ayuda al desesperado clamor de auxilio del que poco o nada se hablaba.

La cadena de sucesos después de su muerte creció como una “bola de fuego” que aún sigue en combustión. La irrupción de autodefensas, la destitución de las autoridades municipales, 21 personas desaparecidas, enfrentamientos, el secuestro permanente de la cabecera municipal y el reciente intento de resurgimiento armado de los grupos criminales que había denunciado Simón, ahora bajo la careta de autodefensas, son ya parte del historial. Sin embargo, la justicia plena nunca se materializó para el defensor indígena.

Y es que, pese a todas las evidencias, en la sentencia emitida a finales del pasado mes de marzo el juez calificó el hecho como asesinato aislado, sin considerar que se dio en el marco de la violencia que existe en la región y la participación de Simón Pedro como defensor de derechos humanos a favor de la población afectada. La sentencia no incluyó medidas de no repetición que puedan proteger a su familia, a la comunidad y a las Abejas de Acteal.

A decir del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Frayba), la sentencia fue omisa. Y no es para menos. Al asesino material solamente se le dictaminó 25 años de prisión, responsabilizándolo de todo el crimen, para cerrar cualquier otra línea de investigación. Se ignoraron todas las evidencias que apuntaban vínculos con personajes y caciques importantes de la zona y sus nexos con el crimen organizado. Al tiempo de fijar para la familia una indemnización económica que nunca se precisó.

Al asesinato de Simón Pedro se le dio carpetazo de la manera más burda, dejando su crimen como un homicidio asilado, sin ninguna razón oculta de fondo más que la intención personal de quien disparó el arma. Así se llenó de impunidad a uno de los asesinatos más escandalosos de los últimos años en Chiapas para, finalmente, cubrir de silencio y anonimato conveniente a quienes realmente estuvieron detrás de tan indignante caso… así las cosas.