Letras Desnudas / Mario Caballero
*** Chamaquearon al Diablito
A usted que me lee le hago la siguiente pregunta, y le pido de favor que responda para sí mismo antes de continuar con la lectura de este texto: ¿qué es lo que lo motiva a votar por tal partido o actor político?
¡Espere, espere! Mejor que sean dos: ¿qué es lo que usted busca al emitir su voto?
Si usted es de los que le gusta estar informados del acontecer diario de nuestra inextricable política mexicana, supongo que coincidiremos en que lo que nos motiva a votar por los partidos y políticos es su esencia, ideología, simpatía y especialmente la convergencia de todo ello con nuestras propias expectativas. Es decir, que votamos por lo que proponen y por los perfiles y proyectos que representan o encabezan.
Huelga decir que esto va más allá de que el partido o el político nos caigan bien. Votamos por ellos porque ofrecen lo que nosotros queremos para el gobierno, gestión o nuestra representación en las cámaras legislativas.
Agrego un paréntesis: en los últimos años ha sido predominante votar por el partido que por el político. En Chiapas, por ejemplo, y en muchos otros estados del país, todo lo que huela o tenga los colores de Morena tiene preferencia ante cualquier otro instituto partidista. Es la realidad. De tal manera, que sin importar qué tan destacado o maleta sea el candidato, el sufragio será para que aquel o aquella que aparezca en la boleta con el respaldo del muy popular partido del presidente López Obrador.
Ahí una de las razones por la que todo mundo esté desesperado por ser candidato por este partido.
En cuanto al segundo cuestionamiento, creo que lo que todos buscamos con nuestro voto son buenos resultados de gobierno, gestión o actividad legislativa. Así de simple.
Sin embargo, son los políticos los que ostentan los cargos. Son éstos los que deben, en primera instancia, convencernos de que su proyecto es el mejor entre los demás para sacar adelante los retos y lo problemas que nos aquejan. En otras palabras, ellos son los que tienen que responder por su actuar en el servicio público y responsabilizarse en el caso de que comentan errores. Ya no digamos por sus abusos de poder.
Por eso se vuelve necesario que seamos nosotros, los electores, los que analicemos por quién votamos. Puesto que la autocrítica no es un elemento común entre la clase política. Pues ningún personaje que se dedique al importante arte de gobernar se censurará ni se desechará a sí mismo a pesar que sea un caso terrible de credibilidad pública. Siempre buscará el beneficio personal y alcanzar nuevos cargos a costillas de las necesidades de los demás, o sea, nosotros.
FRACASO Y BERRINCHE
¿Por qué le he hecho estas preguntas? Simple, para tratar de comprender el fracaso y el berrinche que hace unos días protagonizó nuevamente el ex candidato al Gobierno de Chiapas, Roberto Albores Gleason, quien a través de otro video en las redes sociales insiste en ser el payaso de rodeo del presente proceso electoral en el estado.
Para no hacérselas muy larga, Albores alega que los organizadores del proceso interno de Morena le jugaron chueco. Asegura que no lo dejaron participar en las reuniones y que obstaculizaron a su partido (el PT). Es más, jura y perjura que él debió aparecer en la lista final de los aspirantes que van a la encuesta por la Coordinación de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación porque su proyecto aparecía en los primeros lugares de las preferencias.
Pero…
Para tremendas acusaciones no pudo presentar una sola prueba. Los videos que exhibe no nos muestran nada y para el colmo las encuestas que lo dizque posicionaban en los primeros lugares son de esas a las que llamamos “patito”.
¿Sabe qué es lo más triste? Que Albores creyó que por el solo hecho de tratarse de él merecía un lugar entre los aspirantes. Más triste todavía, pensó que con el Partido del Trabajo lograría colarse en la contienda y alcanzar la candidatura al Gobierno del Estado. Iluso.
Pero que le crea el que quiera creerle. Porque una cosa es lo que él salga a decir en las redes sociales y otra muy distinta es la realidad.
A saber, Albores es uno de los políticos más insensatos e irracionales que ha parido la política chiapaneca.
Desde un inicio dijo que él estaría en la boleta de 2024 a como diera lugar, por el partido que fuera y por la gubernatura. Pero con su declaración no se dio cuenta que con ello manifestaba su falta de ideología e incongruencia. En lugar de apelar a la inteligencia que debe normar la conducta de todo actor político, se fue con la arrogancia por delante.
Y es tanta su egolatría y petulancia que no se fijó en demostrar por qué merecía estar nuevamente en una competencia por la titularidad del Poder Ejecutivo. Mimado como ha sido siempre por su señor padre, Roberto Albores Guillén, alardeó que por su solo apellido los partidos y los ciudadanos lo recibirían con los brazos abiertos.
Pero la gente no es tonta, como lo ha dicho el presidente López Obrador, al que él muchas veces calificó de loco. Sabe que Albores Gleason nunca he hecho nada por Chiapas durante los cargos que desempeñó en el pasado y que, por lo contrario, siempre buscó a través de éstos su beneficio personal.
Por eso decíamos que los políticos no tienen la capacidad de la autocrítica, ya que si el júnior Albores tuviera la cabeza suficientemente amueblada se hubiera dado cuenta de que no era esa la forma en que debió reemprender su carrera política. Y mucho menos en las filas del PT.
POR PARTIDA DOBLE
Incluso, hasta podríamos decir que lo chamaquearon.
Roberto Albores no es un chamaco, pero tiene la mentalidad de un imberbe. Es claro que Amadeo Espinosa jugó con él, con su ingenuidad y, sobre todo, que hizo un jugoso negocio al presuntamente venderle un espacio en el PT bajo la promesa de que mediante estas siglas podría impulsarlo a la gubernatura.
El PT nunca ha representado nada como opción política y mucho menos ha abonado para la democracia, la gobernabilidad y la participación social en el estado. Si eso no lo sabía Albores, pues qué pena. Le vieron la cara de tonto. Amadeo lo dejó ver como un estúpido.
El PT nunca ha sido, ni será, si continúa siendo conducido por Amadeo Espinosa y su camarilla, un partido que anime a los electores. En los más de 30 años desde su fundación, siempre ha sido visto como una asociación de profesores mafiosillos que se han hinchado de dinero con el control de las prerrogativas y los cargos legislativos plurinominales. Porque nunca han sido capaces de ganar una elección.
Así que Albores Gleason pierde todavía más al hacer berrinche, al hacerse el mártir, puesto que su fracaso es por partida doble. Primera, al creer que llegaría a la lista final de los aspirantes por su solo apellido y sin tener ningún mérito personal. Situación que la gente conoce y por la que de ninguna manera le entregaría su voto de confianza. Segunda, por fiarse de Amadeo Espinosa, quien es un experto en venderles espejitos a políticos incautos.
yomariocaballero@gmail.com