Juan Carlos Cal y Mayor || Columna

A ESTRIBOR || Juan Carlos Cal y Mayor 

***  Bukele: Ocio cero

Después de ser el país más inseguro de América, El Salvador se ha convertido en el más seguro en poco más de dos años gracias a las medidas tomadas por el gobierno del presidente Nayib Bukele. La estrategia de cero tolerancia a partir de la creación del “Plan Control Territorial” y el decreto de un “estado de excepción” – con la suspensión temporal de algunas garantías individuales en casos especiales- aprobado por el Congreso que permitió al estado salvadoreño enfrentar eficazmente a las bandas delincuenciales de ese país a partir de marzo de 2022.

CÁRCEL

Esto ha llevado a la cárcel a más de 50 mil pandilleros acusados de terrorismo pertenecientes a la Mara Salvatrucha y otras bandas delincuenciales que operaban a sus anchas desde El Salvador como base de apoyo. Desde ahí realizaban sus operaciones internacionales además de que traían asolada a la población a la que sometieron durante más de tres décadas obligándola incluso a proveer de pandilleros desde muy jóvenes y habiéndolos inicializado cometiendo asesinatos como si se tratara de un culto satánico.

EL SARTÉN POR EL MANGO

Ningún gobierno había podido encarar el tema. Los anteriores llegaron incluso a dialogar y realizar acuerdos, pero Bukele no cayó en esa trampa de victimizar a los delincuentes. Por el contrario, tomó el sartén por el mango y estableció medidas extremas ante una situación igual de extrema por la que ya vivía El Salvador sumido en la pobreza y sobreviviendo solo de las remesas. Estás bandas se originaron a consecuencia de la guerra en los años 80s, muchos de ellos huyendo de la violencia y en los suburbios de Estados Unidos en la zona de Los Ángeles, llegando a un momento que decidieron deportarlos masivamente sin ningún trámite y dejados a su suerte en el territorio salvadoreño.

No había manera de enfrentar semejante problema que no fuera ejercer el “monopolio del uso de la fuerza” que solo le compete al estado. Ahí sí, por un estado de excepción el presidente Bukele le declaró la guerra a quienes llamó terroristas si se considera la crueldad de su proceder y el hecho de que tenían secuestrado al país imponiendo su voluntad.

A suelo raso y con redadas barriales el ejercito salvadoreño perfectamente equipado y entrenado pudo catear casa por casa en una virtual cacería de estos delincuentes que no encontraron la manera de esconderse ante el desplazamiento de las fuerzas de seguridad que fueron recuperando “el control territorial” que es como se llama el plan del gobierno de Bukele.

EL MÁS SEGURO

El éxito ha sido tal que El Salvador es ahora el país más seguro de América Latina, en los últimos tres meses no ha habido un solo asesinato en El Salvador a diferencia del resto del continente donde la violencia delincuencial sigue actuando a sus anchas. También es importante señalar que durante la ejecución de toda esta estrategia las bajas han sido casi nulas, es decir que no ha habido enfrentamiento como sucede en México en los encuentros con el narco. Y digo encuentros porque en México la estrategia ha sido todo lo contrario y quien ejerce el “control territorial” es el narco y no el gobierno. Aquí el gobierno ha abdicado a ejercer su responsabilidad y ha dejado a merced a los ciudadanos que pareciera ya están acostumbrándose a la violencia que se ha normalizado.

VÍCTIMAS Y VICTIMARIOS

La estrategia de abrazos no balazos parte de victimizar a los victimarios a los que suponen mal portados a consecuencia de la desigualdad social de un modelo injusto, el neoliberal, como la forma de gobierno. De tratar de disuadirlos con programas sociales cuando de lo que se trata es de un negocio multimillonario a nivel mundial que tiene redes operativas en varios países entre los que se encuentra México. No hay manera así de combatir el crimen. Una cosa son los enfrentamientos mortíferos por el control del territorio y la diversificación de actividades delictivas como el derecho de piso y la extorsión y otra el negocio multimillonario que se maneja a nivel financiero con cifras escandalosas sin que el gobierno haga nada para desarticularlo a pesar de tener acceso a los dividendos de esos lucrativos negocios que crecen financiados por el narco.

AHORA EL PROGRESO

Ya con el país pacificado, reelecto por casi el 90% de los salvadoreños, Bukele emprende ahora iniciativas para desarrollar económicamente al país y ese cambio se está notando. Aunque El Salvador es un país pequeño y con limitados recursos naturales creo que puede convertirse en una pequeña potencia económica a partir de haber logrado erradicar a la delincuencia. Ese fenómeno se dio en Singapur en menos de 25 años hoy convertido en una pequeña ciudad estado con el mayor ingreso per cápita de Europa. La evidencia empírica no miente, la solución está en el orden y eso genera progreso si a esto se suman las facilidades para el libre comercio. Lástima que en América Latina sigan secuestrados algunos países donde los gobernantes se han vuelto cómplices de la delincuencia a la que solapan.

¿SEGUIRÉMOS CON LOS ABRAZOS?

Para los organismos de derechos humanos que ha puesto el grito en el cielo acusando a Bukele de violar esos derechos humanos ahora les viene una lección. Bukele ha puesto en marcha el programa “Ocio Cero” poniendo a trabajar a miles de reos como exitosísimo programa de readaptación. Los presos tienen que pagar por su comida y los gastos que hace el estado, pero se les han dado las facilidades para que en vez de permanecer ociosos viendo el transcurso del tiempo, aprendan o desarrollen un oficio siendo parte de procesos económicos donde son remunerados. No cabe duda que hay mucho que aprenderle a presidentes como estos a los que tanto critican. Ahora Argentina va por la misma ruta y seguramente tendrá los mismos resultados, llore quien llore. Nosotros: ¿seguiremos con los abrazos?