La Feria || Sr. López
*** Oportunismo ideológico
Como diría don Vito Corleone, le haré una oferta que no podrá rechazar: no vamos a hablar de política tenochca. Están tan manoseados los asuntos nacionales que viene bien, por esta vez cuando menos, cambiarle al canal, total, todo son indicios y síntomas, hasta en tanto doña Sheinbaum ejerza el poder (y ya haremos coros a Rubén Blades: “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida/ ¡ay Dios!”… habrá sorpresas).
Le propongo darnos una vuelta por el caso de moda: Julian Assange, el señor que ayer recuperó su libertad, después de que lo anduvo correteando el tío Sam desde mayo 23 de 2019, aunque desde antes lo tenían en la mira.
Don Assange fundó en 2006 el sitio web Wikileaks, y en el mismo publicó informes oficiales confidenciales o restringidos (secretos, pues), que se robó básicamente del gobierno de los EUA, aunque también se metió a fisgonear a personas -familiares de víctimas del atentado del 11 de septiembre del 2001 en Nueva York-; a políticos -Hillary Clinton-; y a empresas privadas -Sony Pictures-; no dejaba títere con cabeza.
El señorcito aparte de ser muy inteligente y capaz en su oficio de ‘hacker’, pirata informático autodidacto (sí, con ‘o’), tiene fama de insoportable, calcúlele: come con las manos y se limpia en los pantalones. Cada quien.
Los EUA iniciaron acciones legales contra él, porque divulgó unos 75,000 informes secretos de la guerra de Afganistán; 400,000 informes de la guerra de Irak; y 250,000 cables del Departamento de Estado de los EUA. Para el Departamento de Justicia de los EUA, se trata de “una de los mayores filtraciones de información clasificada en la historia”.
Según el Assange, Wikileaks es algo así como el Ángel de la Guarda Mundial, Defensor de la Transparencia Universal, Adalid de la Libertad de Expresión Global, Paladín del Periodismo; y él vendría a ser el Quijote de la Mancha Internacional. Será menos: Wikileaks no cobra a los que entran (entraban), a su portal, pero es público que don Assange recibe (recibía), “donaciones”, donaciones muy gordas. Muy su asunto, cada quien se las ingenia como mejor puede para comer con regularidad. Pero ya se le acabó.
Por cierto, don Assange tiene esa maña de robar información desde joven, a los 20 de edad, en su natal Australia, fue detenido y juzgado por lo mismo, se declaró culpable de cometer 24 delitos informáticos, salió libre por que se portó bien… árbol que crece torcido.
Por sabido no le repito el peregrinaje del tal Assange huyendo del tío Sam. Pasó de todo y finalmente estuvo preso en el Reino Unido unos cinco años. Los EUA pactaron con él dejarlo en paz si se declaraba culpable de un cargo de espionaje y de revelar secretos de defensa, condenándolo a los mismos años de prisión que ya compurgó. Ayer lo hizo, ya regresó a su natal Australia y terminaron los años de andar con el corazón en el cogote. Le salió baratísimo, estaba acusado de 18 cargos y enfrentaba una pena de hasta 175 años de cárcel (tiene 53, ya descontando los cinco que se echó en el bote en Londres, salía de 223 de edad… claro, por buena conducta hubiera salido antes).
Un dato peculiar es el apoyo que públicamente dieron a don Assange, jefes de Estado como Miguel Díaz-Canel de Cuba; el dictador de Venezuela, Nicolás Maduro; el fétido Daniel Ortega de Nicaragua; Lula Da Silva de Brasil; Gustavo Petro de Colombia; el expresidente de Bolivia, Evo Morales; el expresidente de Ecuador, Rafael Correa; el expresidente argentino, Alberto Fernández, el expresidente de Uruguay, José Mujica. Y pero-por-supuesto, nuestro Presidente (por los siguientes 95 días… ¡qué nervios!). Todos ellos muy contentos porque don Assange le jugó con el dedo en mal lugar al tío Sam.
Más interesante es que se construyó en la opinión pública mundial, al menos de Occidente, la falsa narrativa de que el señor era periodista y que al perseguirlo, se violaban sus derechos humanos y su libertad de expresión. Uno de sus abogados declaró: “Sufrió enormemente por su lucha por la libertad de expresión, la libertad de prensa”. ¡Vaya!
Don Assange nunca ejerció el periodismo, ni publicó reportajes de ningún tipo, ni trabajó en ningún medio y nadie lo consideró periodista hasta antes de que brincara a la opinión pública su nombre después del grito en el cielo que puso el gobierno de los EUA, por los cientos de miles de documentos secretos de ellos, que el señorcito se robó y divulgó.
Lo de llamarlo periodista fue (es) una coartada. Cabezas muy claras de los EUA, especialistas en Derecho, ponderaron con mucho cuidado los cargos contra el Assange, porque si las acusaciones implicaban el ejercicio del periodismo, el asunto adquiría otro cariz, delicadísimo, porque en efecto, los periodistas pueden informarse y publicar lo que les venga en gana, incluidos documentos clasificados como secretos por algún gobierno, a condición de que no los hayan robado ellos mismos, aunque los periodistas tienen el fácil recurso de atribuir a fuentes que pidieron el anonimato, el origen de lo que papalotean.
Pero eso aplica a periodistas, no a ‘hackers’, piratas informáticos que burlan los sistemas de seguridad de archivos personales o secretos… y publican la información que roban sin asumir ninguna responsabilidad.
El gobierno de los EUA dijo y repitió que la información que don Assange publicó, puso en peligro la libertad y la vida de personal militar y de inteligencia. A don Assange, ni se le movió el copete.
Vale acotar que los gobiernos, tienen asuntos secretos, que deben ser y seguir siendo secretos. Algunos por ser de seguridad nacional y otros por ser de pena ajena, pero así es el mundo y no va a cambiar hasta que los humanos seamos espíritus puros (nunca). Y por supuesto, los gobiernos tienen todo el derecho del mundo a detener y juzgar a los que les roban información, sean espías o ‘hackers’, faltaba más.
Los sacrosantos derechos humanos no eximen de responsabilidad y sí, el que la hace la paga, ya basta de tanta hipocresía que no es sino oportunismo ideológico.