Letras Desnudas || Unicach: A la Juana de Dios

Letras Desnudas || Mario Caballero

UNICACH: A LA JUANA DE DIOS

Recibí el correo de un amigo que a menudo se queja de los políticos en México. Le indigna la corrupción y la mentira. En esta ocasión está enojado por los escándalos que rodean a la nueva rectora de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, institución educativa que según él salió de Guatemala para entrar a Guatepeor. Y tiene razón.

JUAN JOSÉ

Durante el periodo de Juan José Solórzano Marcial la Unicach perdió mucho. No es que fuera la mejor escuela de nivel superior de Chiapas, pero no estaba como ahora.

Solórzano salió de la rectoría entre señalamientos de corrupción y nepotismo. También acusado de ser responsable del bajo nivel académico y de las redes de complicidades que controlan el presupuesto, los sindicatos, las plazas docentes y hasta las ganancias obtenidas por las patentes y los proyectos desarrollados con recursos de la propia universidad.

Cuando asumió la rectoría, la Unicach figuraba en el Top de las 20 mejores universidades del país, actualmente ocupa el lugar número 42 en el ranking de Mextudia. Lo cual dice mucho de su incompetencia y de que su periodo fue un desperdicio de tiempo en el que los estudiantes fueron los que más perdieron.

Rindió protesta el 12 de febrero de 2021, y una semana después enfrentaba su primera manifestación en su contra, donde alumnos de Instituto de Ciencias Biológicas pidieron su destitución asegurando que Solórzano contaba con antecedentes de acoso laboral.

En la plataforma Change.org, donde cualquier persona o grupo puede crear y apoyar peticiones en favor de otra persona, comunidad, ciudad o país, estos estudiantes solicitaron su destitución a la Junta de Gobierno bajo la siguiente exposición de motivos:

“Hay numerosos casos de violencia de género, injusticias, impunidad, ausencia total de empatía y extrema abulia por parte de autoridades pertinentes”. Por desgracia, los miembros de la Junta no los escucharon.

En mayo de 2022, una nueva protesta, esta vez del gremio de trabajadores administrativos, que lo acusó de incumplir el contrato colectivo y negarse al diálogo. Además, denunciaron que había impuesto a muchos de sus familiares y allegados en puestos clave, como Mónica Torres Amarillas, quien desde entonces ocupa la Coordinación de Salud y Deportes de la Unicach.

Otro fue José Andrés Gallardo Durán, quien fue designado como director de Relaciones Laborales, dirección que no existía en la estructura orgánica de la universidad. Su primo hermano, José Ramiro Trujillo Solórzano, desempeñó la dirección de Servicios Generales.

Como socio de la Rial Academia de la Lengua Fraylescana, que creció bajo el cobijo y las carretadas de paga que le surtía el exgobernador Juan Sabines Guerrero, era de esperar que Juan José abusara de su cargo para acomodar si no a sus compinches sí a sus hijos.

De esta manera, Damián Bezares Narcía, hijo de su amigo Marco Antonio Bezares Escobar, parte de la Rial Academia, cobraba cada quincena como “asesor”. Tatiana Zuart Ruiz, hija de otro socio de la Rial, también fue incrustada en la nómina de la universidad. Y no podían faltar los hermanos Yamasaki, Fidel y Leonardo, que fungieron como director de Planeación, uno, y de Tecnologías el otro.

Cuenta la anécdota que en lugar de ponerse a trabajar de inmediato y velar por los intereses de la comunidad universitaria, sobre todo porque en el momento que fue ungido rector había una disputa entre los sindicatos académico y administrativo, Solórzano Marcial celebró su nombramiento no en la oficina de la rectoría, sino en una mesa de la cantina “La Tía Mechita”, ubicada en el lado poniente de Tuxtla Gutiérrez.

Sólo con eso era claro el valemadrismo y la frivolidad con que asumía su nueva responsabilidad.

Para mayor inri, en los pasillos de la universidad se comentaba que la que mandaba en los hechos fue Magnolia Solís, al que Solórzano Marcial nombró titular de la Secretaría General. Tristemente, esta mujer oriunda de Juchitán era reconocida por su destreza y habilidad para preparar botanas de mariscos y no por sus conocimientos académicos.

A la sazón, si Juan José Solórzano venía de cuidar una biblioteca antes de alcanzar la rectoría y su primera acción fue ir por unos tragos, y si a eso sumamos que su principal apoyo en la administración de la Unicach tenía más dotes como cocinera de una marisquería, no deberían sorprendernos los mediocres resultados de la Unicach de los últimos cuatro años.

A finales de junio de 2022, se dio a conocer que Solórzano había aprovechado el periodo vacacional para despedir a 50 trabajadores. Por lo cual, la institución recibió 70 demandas individuales, de la cuales más de 30 eran por despidos injustificados, más un proceso de demanda por la titularidad del contrato colectivo de trabajo.

Su último exceso fue apoyar y operar con presuntos recursos de la universidad la designación de Juana de Dios López Jiménez, alias “Fanny”, quien ha demostrado que su misión era limpiar la presunta corrupción y arreglar el desorden que cometió Solórzano bajo la protección del exdiputado caído en desgracia Ismael Brito Mazariegos.

LA JUANA

La actual rectora es todo un caso para los estudiosos de la psicología. Pues quiere que la identifiquen como la Reina Roja, se presenta como Fanny y su nombre real es Juana de Dios.

(Aclaro que esta crítica a López Jiménez es por ser funcionaria pública, no por ser mujer).

Esta situación, sin embargo, no es un asunto menor, algo que pudiera tomarse como un capricho. Puesto que podría configurar un delito grave, que se extiende inclusive a su trayectoria académica.

En primer lugar, de acuerdo con el documento expedido por la Junta de Gobierno, la documentación que presentó como aspirante a la rectoría fue con el nombre de “Fanny López Jiménez”, es decir, una persona que no existe en la realidad. El asunto es que su nombramiento salió como Juana de Dios López Jiménez. Una irregularidad inadmisible.

Segundo, bajo el seudónimo de Fanny afirmó ser arqueóloga por la Escuela Nacional de Antropología e Historia, maestra en Estudios Mesoamericanos por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y con estudios de doctorado por la misma institución, pero no es del todo cierto.

Según el Registro Nacional de Profesionistas es licenciada en arqueología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia, con número de cédula 2430069, pero nada más. No hay estudios de maestría y menos de doctorado.

Tercero, se atribuye el descubrimiento de la tumba de la Reina Roja. Por lo cual, exige ser nombrada como tal, como un atributo más a sus “méritos”. Aquí un pero más. Cuando se logró mencionado descubrimiento, en 1994, ella era pasante de la licenciatura y fue parte del proyecto del INAH encabezado por el prestigiado arqueólogo Arnoldo González. Es decir, fue un descubrimiento en equipo, no con su propia pala y pico.

A este falso reconocimiento también debería sumarse la medalla Rosario Castellanos, que Juana de Dios obtuvo en agosto de 2024, pero según por las influencias de su amigo y jefe de toda la vida Juan José Solórzano.

Sin duda, hay pocos nombramientos de gran valor como el de rector o rectora de una universidad. No obstante, el de López Jiménez tendría que ser revalorado sólo por el hecho de las probables irregularidades en su documentación y datos curriculares.

De lo contrario, con una rectora espuria, estarían dejando a la Unicach a la Juana de Dios.

yomariocaballero@gmail.com