Juan Carlos Cal y Mayor || Columna

A ESTRIBOR || Juan Carlos Cal y Mayor 

*** Indignación y libertad de expresión

El espectáculo presentado durante la inauguración de los juegos olímpicos de París ha generado una enorme discusión por la indignación que ha provocado la representación de “la última cena” a la manera Drag Queen. Parodia, escarnio, burla o simple escenificación, pero a la iglesia católica y a los cristianos en general les ha generado enorme malestar en tanto que no había razón, justificación o necesidad de vincular una gesta olímpica con la obra del famoso Leonardo Da Vinci que luce reproducida en muchos hogares del mundo cristiano.

LA POLEMICA

El propósito de quienes idearon tal coreografía se cumplió. Abrir una gran polémica entre los seguidores de la llamada cultura woke o progre, los creyentes del cristianismo de la cual derivan parte de los orígenes de la civilización occidental y los defensores de la libertad de expresión. El Drag queen es un término que describe a personas o actores que se caracterizan y actúan a la usanza de personajes de rasgos exagerados, con una intención primordialmente histriónica y que se inspira de las nociones tradicionales de la identidad de género y los roles de género. Bien podría decirse que se trató de un espectáculo gay al que la mayoría no está acostumbrado y sobre todo dada la concurrencia mundial de quienes presenciaron el evento por lo que muchos consideraron que no venía al caso.

INTOLERANCIA

El hecho adquiere singular importancia dado que se trata de un evento visto por cientos o quizá miles de millones de personas -con diferentes creencias- alrededor del mundo. Particularmente en un país donde acaban de realizarse elecciones y se ha acusado a los conservadores de la llamada ultraderecha de oponerse a la inmigración ilegal entre otras cosas por motivos religiosos y culturales dada la enorme cantidad de musulmanes que en su mayoría predican la creencia de la Sharia y el Corán que no tolera otras creencias ni a otros creyentes a los que considera infieles y que tiene expresiones radicales que han derivado en actos terroristas en todo el mundo occidental.

ATENTADOS

Hace pocos años se realizaron atentados en París siendo varios los ataques de terroristas cometidos la noche del viernes 13 de noviembre de 2015 y en el centro de espectáculos conocido como Bataclan perpetrados por atacantes suicidas islamistas en los que murieron 130 personas y otras 415 resultaron heridas. El semanario satírico Charlie Hebdo en 2015 fue también atacado por una publicación que satirizaba al profeta Mahoma mismo que reivindicaron terroristas identificados con la organización Al-Qaeda. También en Bruselas al norte de Francia se llevaron acabo atentados en 2016 del los que resultaron una treintena de muertos, todos perpetrados por grupos radicales religiosos y extremistas del Islam.

¿LIBERTAD DE EXPRESIÓN?

Frivolizar y restarle importancia a estos temas no es precisamente responsable en una sociedad como la europea donde las sensibilidades con temas religiosos, raciales o que atentan contra las tradiciones, cultura y creencias y la propia identidad, están a flor de piel. No es entonces precisamente un tema que tenga que ver con la libertad de expresión lo cual no debería estar a discusión. No va por ahí. Se trata de eso que ha dado a llamar la batalla cultural y que enfrenta a grupos sociales organizados en colectivos contra las libertades individuales, los valores tradicionales y el derecho a la identidad, no de género, sino cultural y por ende la identidad nacional.

OCCIDENTE BAJO ATAQUE

Hay quienes sostienen, y me incluyo, que occidente y todo lo que representa esa cultura y esos valores, están siendo severamente atacados por las migraciones con todo y sus devociones religiosas así como las llamadas ideas progresistas y que están poniendo en riesgo a las democracias liberales. Resulta que la tolerancia que es uno de sus grandes valores ha dado lugar a discrepancias que están polarizando a las sociedades. Por eso hay que entender porque el bochornoso espectáculo de París y su discusión, ha dado la vuelta al mundo.

PATÉTICO

A mi no me ofende la opereta esa de carpa de circo que presentaron en París. Ni siquiera la ví. No debería en realidad tener mayor relevancia. Sin embargo no se pueden evitar sus repercusiones. Yo creo que Macron ni sabía de qué se trataba el espectáculo al igual que muchos. No se trata de ser homofóbico o no. Si alguien tiene buen gusto y de ello está inundado el mundo de la moda son los homosexuales. Lo que importa en realidad es la estética. Yo pienso que incluso para muchos de ellos, lo presenciado fue vulgar y patético. Que nos llamen conservadores si quieren, que cada piense y haga lo que quiera. Lo que no se puede es obligar a los demás a aceptar normalizar cosas con las que no están de acuerdo.